domingo, 22 de septiembre de 2024

EL LIBERALISMO PRODUCE SUS PROPIOS ENEMIGOS

 


Noé da suelta a la paloma, en medio del Diluvio universal. Mosaico de los ss. XII-XIII en la basílica de San Marcos de Venecia.

 

Vivíamos en el TINA, ¿recuerdan?: “No hay alternativa”, nos repetían una y otra vez las sabias instituciones que nos gobernaban dejándonos únicamente la ilusión de libertad derivada de votar en las elecciones sucesivas las opciones rígidamente equivalentes que más nos gustaran.

Y sin embargo, el TINA (There Is No Alternative) saltó en pedazos y las instituciones se adaptaron a nuevos condicionantes. Estamos en el tiempo del populismo, y lean lo que dice Daniel Innerarity acerca del mismo* : «No es fácil saber si la ola de constitucionalización que generaron los regímenes liberales responde al deseo de protegerse del populismo o si es al revés y el populismo surge como respuesta a una excesiva limitación de los espacios de acción política. Puede que el populismo no sea el enemigo de la democracia liberal, sino su espectro, la reacción que produce ese diseño institucional pensado para limitar al máximo un posible descontrol popular. El liberalismo no se encuentra, sino que produce sus propios enemigos.»

Hay remedio a semejante distorsión o dislocación, por supuesto. Con una característica necesaria: el remedio, la solución, tiene que venir necesariamente de abajo, del fondo poco explorado de la sociedad tal como es, diversa y fragmentada, pero soberana.

Los individuos que formamos esta sociedad poscontemporánea podemos y debemos mejorar nuestra situación común desarrollando nuestra propia inteligencia colectiva (nada de “inteligencias artificiales” en los puentes de mando), para dar una dirección adecuada a la presunta “nave” en la que todos estamos embarcados.

No es bueno que lo hagan por nosotros ni las élites ni las máquinas. Necesitamos más conciencia de clase, con dos precisiones importantes añadidas a esa conciencia: la primera, que la “clase” es hoy más que nunca amplia, enrevesada y contradictoria; la segunda, que lo que necesitamos es una conciencia de clase “dirigente” a través de las instituciones, y no de clase “dirigida” por instituciones, ya estén estas elegidas a través de los mecanismos electorales establecidos, o simplemente puestas ahí como un milagrito neoliberal sacado de la manga del macron de turno.


 *) D. INNERARITY, “Contra el antipopulismo”, La Vanguardia 14.9.2024. pág. 17.