Noé da
suelta a la paloma, en medio del Diluvio universal. Mosaico de los ss. XII-XIII
en la basílica de San Marcos de Venecia.
Vivíamos en el TINA,
¿recuerdan?: “No hay alternativa”, nos repetían una y otra vez las sabias instituciones
que nos gobernaban dejándonos únicamente la ilusión de libertad derivada de
votar en las elecciones sucesivas las opciones rígidamente equivalentes que más
nos gustaran.
Y sin embargo, el TINA (There
Is No Alternative) saltó en pedazos y las instituciones se adaptaron a
nuevos condicionantes. Estamos en el tiempo del populismo, y lean lo que dice
Daniel Innerarity acerca del mismo* : «No es fácil saber si la ola de
constitucionalización que generaron los regímenes liberales responde al deseo
de protegerse del populismo o si es al revés y el populismo surge como
respuesta a una excesiva limitación de los espacios de acción política. Puede
que el populismo no sea el enemigo de la democracia liberal, sino su espectro,
la reacción que produce ese diseño institucional pensado para limitar al máximo
un posible descontrol popular. El liberalismo no se encuentra, sino que produce
sus propios enemigos.»
Hay remedio a semejante
distorsión o dislocación, por supuesto. Con una característica necesaria: el
remedio, la solución, tiene que venir necesariamente de abajo, del fondo poco
explorado de la sociedad tal como es, diversa y fragmentada, pero soberana.
Los individuos que formamos esta
sociedad poscontemporánea podemos y debemos mejorar nuestra situación común desarrollando
nuestra propia inteligencia colectiva (nada de “inteligencias artificiales” en
los puentes de mando), para dar una dirección adecuada a la presunta “nave” en
la que todos estamos embarcados.
No es bueno que lo hagan por
nosotros ni las élites ni las máquinas. Necesitamos más conciencia de clase, con
dos precisiones importantes añadidas a esa conciencia: la primera, que la “clase”
es hoy más que nunca amplia, enrevesada y contradictoria; la segunda, que lo
que necesitamos es una conciencia de clase “dirigente” a través de las
instituciones, y no de clase “dirigida” por instituciones, ya estén estas
elegidas a través de los mecanismos electorales establecidos, o simplemente
puestas ahí como un milagrito neoliberal sacado de la manga del macron de
turno.