sábado, 3 de octubre de 2015

A BRICK IN THE WALL


Esta mañana hemos ido Carmen y yo a la despedida de otro amigo que se va. Los amigos están cogiendo de un tiempo a esta parte esa mala costumbre: se van, dejándonos a nosotros cada vez un poco más solos. Lo expresó con espanto una señora anónima que coincidió con Adolfo Bioy Casares en un velatorio: «¡Se está muriendo gente que nunca se había muerto antes!»
Lo de hoy no ha sido tan grave. Despedíamos a la librería Negra y Criminal, que cierra la puerta mítica abierta hasta hoy mismo a la calle de la Sal, en la Barceloneta; pero Paco Camarasa y Montse Clavé, los libreros, andan aún por ahí, sonrientes, locuaces, próximos. Y así seguirán, esperemos que por mucho tiempo, porque les necesitamos.
Hemos ido temprano pero de todos modos nos hemos encontrado un gentío. Se trataba de despedir a un amigo querido por mucha gente, mucha buena gente.
Hemos comprado libros que faltaban en nuestros estantes, de autores clásicos del género: Goodis, Westlake, Padura. Nos han colocado en la página del título un sello que reza así:
«libro adquirido en la librería Negra y Criminal.
Negra y Criminal – 4 diciembre 2002, 3 octubre 2015»
Tenemos ahora en nuestra biblioteca libros especiales, libros de coleccionista. Mientras rebuscaba piezas para connaisseurs en el interior del templo del arte negrocriminal, me vino a la mente una asociación de ideas estrambótica, con quienes se llevaron a su casa ladrillos del Muro de Berlín recién derribado. «A Brick in the Wall», cantaban los Pink Floyd a un mundo hostil, a unas barreras hechas para ser derribadas, en un mundo que sin embargo no ha mejorado gran cosa desde entonces.
No era de ese género el muro hecho de libros cuyos lomos acariciábamos esta mañana, sino un muro protector, un espacio virtual de libertad íntima. Con los ladrillos simbólicos desperdigados formaremos otras arquitecturas, otros muros, que se desmontarán a su vez, y se volverán a montar más y más veces. Muros de papel, bibliotecas de fantasía levantadas con ladrillos hechos «de la materia con la que se construyen los sueños». Así nos lo han recordado los libreros en un último mensaje personal, con foto incluida. Una foto de los dos, sonrientes, en la puerta que hoy mismo se cierra.