Hace algunos días
titulé un post en estas páginas de la siguiente manera: «Rajoy tiene los días
contados». Ayer llegaba desde Metiendo Bulla un “eco discordante” de mi
afirmación: «¿Rajoy tiene los siglos contados?» (1)
Pongo entre
comillas lo del eco discordante, aclaro, porque se trata de un término musical.
Vivaldi compuso conciertos para violín con eco, y su genio musical condujo las
discordancias sabiamente enlazadas a una concordancia de orden superior. Bulla no
objeta mi predicción “científica” de la extinción inminente del Marianosaurius praesidens por falta de
adaptación a los cambios climáticos ocurridos en el paisaje de la política,
sino que critica los tabúes y las cautelas de quienes se postulan como sus
herederos, pero hasta el momento prefieren reducirse a la navegación de bajura
alrededor del escollo bien identificado en todas las cartas marinas, en lugar
de navegar sin complejos por aguas abiertas.
Fue ese “miedo a
volar” el que abocó al país a unas segundas elecciones, y el que podría
llevarnos en derechura a las terceras. Según la biblia de Arriola, los comicios
navideños darán al PP unos 150 diputados, por el cansancio, la abstención y el
desengaño de parcelas del electorado respecto de las capacidades de la “nueva
política” para tirar del carro. No serían entonces los méritos del candidato
sino el cansancio, la abstención y el desengaño los fautores de un nuevo/viejo
gobierno.
Dicho con claridad,
los distintos segmentos de la oposición prefieren seguir siendo oposición. En
las palabras de José Luis: «Nos falta memoria para recordar cuándo la
oposición desperdició tantas ocasiones como desde hace un año.»
Hay distintas razones para ello: el soberanismo catalán
prefiere sin la menor duda la hostilidad paralítica de Mariano a cualquier otra
actitud de un gobierno central, sea o no razonable, sea o no amigable. La
proposición se demuestra por activa y por pasiva: por activa, el nuevo PDC ha
llevado a cabo repetidos intentos de llegar a algún pacto de mínimos con el PP,
que le asegure, no la vía del procès, sino
tan solo una situación un poco más confortable en el entorno parlamentario y en
el manejo de las cosas catalanas ahora que las cañas de los votos empiezan a
tornarse lanzas. Mientras, ERC sigue voceando que la “oferta” actual – ajo y agua – es la mejor que los catalanes pueden
esperar de “España”, así en montón, sin distinguir; y no está en absoluto por
la labor de tejer un acuerdo de varios partidos en varios niveles de la acción
de gobierno.
Si se suma a ese dato la actitud prudente del PNV, que de
revalidar su posición en Euskadi estaría interesado en la “estabilidad” (Carlos
Arenas le ha sacado punta a esta palabra en un agudo artículo En Campo Abierto
[2]) de las instituciones centrales, en el sentido del “hacer y dejar hacer”; el
hecho de que Núñez Feijoo podría estar en condiciones de renovar su mayoría en
Galicia; la pesada cadena de condicionantes “familiares” que atenaza las
propuestas de Pedro Sánchez, y la certeza de que Podemos prefiere asentarse en terrenos
de la oposición más propicios a la propaganda que a la acción política, la
alerta de Bulla está plenamente justificada. La especie de los marianosaurios estará
en extinción, pero un ejemplar cuando menos puede tener por delante una larga
existencia. Será una existencia vicaria se se quiere, tolerada y amparada por
el resto de los agentes del ecosistema. El marianosaurio en cuestión será un zombi,
un muerto viviente, pero por las películas sabemos todo lo que puede incordiar
un muerto viviente. Un walking dead Rajoy.