La Mare de Deu de les Neus,
patrona y alcaldesa perpetua de la villa de Calp.
El Observatorio del
Laicismo de Europa Laica señala que las advocaciones de la Virgen
María, Cristo y diversos santos acumulan en España 344 honores de
carácter “político”. Por ejemplo, se han nombrado 244 alcaldesas perpetuas, la
gran mayoría de ellas Vírgenes. La última hasta el momento es la Mare de Deu de
les Neus, en Calp (Alicante). Con el nombramiento, el PP gobernante declara
haber colocado un hito en pro de la igualdad de género, puesto que la villa ya
contaba de antes con un alcalde perpetuo, que compartirá en adelante sus
prerrogativas con la Mare de Deu. Era el Santíssim Crist de la
Suor, nominado alcalde por aclamación en el año 1949.
En 1949 había la
excusa del franquismo; ahora no. Las fuerzas vivas de Calp, como las de los 343
restantes lugares censados por Europa Laica, alegan que esos nombramientos no tienen
nada que ver con la religión, sino con la tradición.
No vayamos a
pollas, que el agua está muy fría. Ni religión (obviamente), ni tradición
tampoco. Superstición, en todo caso. ¿De cuándo acá viene la tradición de
nombrar a nadie, menos aún a los miembros destacados de la jerarquía celestial,
alcalde o alcaldesa perpetuo/a en nuestros municipios y pedanías? Nunca jamás
se había hecho, ni en el Siglo de Oro, ni en la Hispania visigoda, ni en la
Celtiberia, antes ni después. Europa Laica contabiliza 66 nominaciones otorgadas
en la época franquista, la nacionalcatólica por excelencia (por Su Excelencia),
y 150, bastante más del doble, entrado ya el siglo XXI.
No es por tradición,
entonces, sino por mis cojones. El PP y Ciudadanos encabezan el ranquin de
astracanadas de este tipo, pero también figuran en el censo PSOE, Izquierda
Unida, Podemos y confluencias varias. Los regidores en general consideran que
el ritual es “bonito” y los administrados lo agradecen. Lo más que conceden es
que se trata de una medida “populista”. Confunden de ese modo sin excusa
posible el culo con las témporas, la cual es confusión típica de la época.
Puestos a reivindicar
la tradición como elemento simbólico para honores que no significan nada ni
tienen trascendencia para la vida de las personas, podríamos nombrar alcaldesas
perpetuas de Jaén a las tres morillas Aixa, Fátima y Marién; a León Hebreo, de
Sevilla; a la diosa Minerva, de Santiponce, antigua Itálica famosa; a Venus
Afrodita de Badalona, antes Baetulo; al califa Abderramán III, de Córdoba, por
no hablar de otros lugares de los que ha sido desalojado recientemente con
violencia institucional.
Pero no hay
cuidado, que no caerá esa breva. La gente de Vox podría irritarse.
Que se joda Vox. Yo
propongo además nombrar a Immanuel Kant, promotor de la Paz Perpetua, alcalde
perpetuo de Madrid, o de Barcelona, o de ambas capitales; y en su defecto, o
mejor aún en su acompañamiento para preservar adecuadamente las cuotas de
género, a Manuela Carmena, que ha dejado una honda huella en la poltrona
municipal inmerecidamente ocupada en estas calendas por un sansirolé.
Que conste en acta
mi petición, señorías.