El procedimiento de
enchufar el ventilador para esparcir la mierda tiene una sólida tradición en la
estrategia comunicativa de la derecha española. Ahora Esperanza Aguirre y
Cristina Cifuentes, las dos chicas de oro, han sido imputadas en la corrupción
de la Operación Púnica. Pablo Casado ha dicho con desenfado que la noticia le
duele, pero que eso es ya pasado en su formación. Como si el PP madrileño ya
hubiese rendido cuentas y pagado religiosamente los perjuicios causados.
Ha solicitado
además, y de pasada, el líder del PP la protección de la guardia civil cuando venga
a Barcelona, para evitar el riesgo cierto de ser apuñalado.
A un alma inocente
puede parecerle que las dos afirmaciones no tienen nada que ver, pero no es
así. Las une un sólido hilo argumental.
La sabiduría
popular predica que la mancha de la mora con otra verde se quita. La afirmación
es bastante aventurada; lo menos que puede decirse de ella es que no está
testada científicamente. Sin embargo, determinados ideólogos de la derecha la han
utilizado por analogía para llegar a la conclusión de que una información
negativa se contrarresta lanzando otra similar o más gorda en la dirección simétricamente
contraria. La información asilvestrada que se emite a partir de esa premisa no
tiene por qué ser cierta. El bulo y la verdad producen el mismo efecto
mediático.
Por esa vía, una
acumulación inusitada de malas noticias referidas al campo propio ha llevado a
la derecha urgente al cultivo intensivo de la bulería.
No se paran en barras,
según puede verse en un ejemplo reciente. “Periodista digital” titula así: «La amiguita de Pablo Iglesias, Ada Colau se
va de vacaciones a una lujosa urbanización del Cabo de Gata.» Dado que
Colau, abominada tanto por tirios como por troyanos, es la alcaldesa de la
Ciudad Condal, en el texto se apostilla la noticia con un dato temporal: «…
mientras agoniza Barcelona».
El ventilador se ha
enchufado bien. Va directamente contra Colau, pero cita a Iglesias y establece
entre los dos una relación equívoca: ella es su “amiguita”. Colau replica de
inmediato: «Todo falso: ni Cabo de Gata
ni lujosa urbanización. O rectifican o tendrán una demanda.»
La rectificación se
produce en efecto, y es antológica. Este es el titular: «Ada Colau niega que haya estado de vacaciones en una lujosa
urbanización de Cabo de Gata.»
O sea, puede que sí
haya ido como nosotros afirmamos, pero lo niega. Nosotros no ponemos la mano en
el fuego porque no haya ido, solo dejamos constancia de que ella dice que no ha
ido.
Lo cual impulsa la
bulería un poquito, solo un poquito más allá. Lo suficiente para desviar la mirada
de Aguirre y Cifuentes, esa pareja de esforzadas lideresas sometidas por el
sanchismo a un juicio político inicuo.
Mientras, Barcelona
agoniza debido a las puñaladas traperas, al no contar con la protección
implorada de la guardia civil.