La riña de las aguadoras en ‘Agua,
azucarillos y aguardiante’, por Ángel Lizcano.
Puchi se aparecerá
hoy a los creyentes en Perpinyà. La novedad es tan fenomenal que todo el independentismo
ha pactado una tregua, un poco al modo como en la antigüedad los belicosos helenos
hacían una pausa en sus reyertas domésticas para celebrar juntos los Juegos en
Olimpia.
Se han recogido
velas en relación con la mesa de negociación: el Quim ha retirado el sine qua non del mediador internacional;
Elsa Artadi ha reconocido, arrugando la nariz, que “se ha abierto un resquicio”
para la negociación; y Marta Rovira, desde su dorado exilio en Suiza, ha dado
poderes a Marta Vilalta para que imponga un poco de sensatez en el cotarro.
La tregua durará el
tiempo en el que todos acudan del bracete a la verbena de Perpinyà. Después,
cada cual se sentirá justificado para hacer de su capa un sayo. Las elecciones
asoman en el horizonte como un nublado cargado de tormenta, y solo faltaba el
coronavirus para acabar de amenizar el rigodón.
Todo ello había
sido anunciado o profetizado desde mucho antes. Si siguen la acción de Agua, azucarillos y aguardiente, “pasillo”
veraniego en un acto de Miguel Ramos Carrión con música de Federico Chueca,
verán al final la tremenda pelea de las dos aguadoras, Pepa y Manuela, amigas
pero muy conscientes de la diferencia de rango entre ambas: “Tú sin duda te has creído / que yo soy una
cualquiera, / porque tú tienes un puesto / y yo voy con la vasera.”
La gresca sube enseguida
de tono (“Tú no tienes ni decoro, / ni
principios ni vergüenza, / y si vuelves a mirarme, / te voy a arrancar la
trenza”), pero es interrumpida por la llegada de sus respectivos cortejos,
Lorenzo y Vicente, que han desempeñado los mantones de Manila de las dos
chulapas para llevarlas en triunfo a la verbena (“Vamos andando, del bracete agarraté, / vamos andando pa la calle de
la Fe”).
Y las parejas
reconciliadas se piropean recíprocamente:
LORENZO y VICENTE: En cuanto el Santo vea / estas
chiquillas/ asao y todo salta / de las parrillas.
PEPA y MANUELA: En cuanto os presentéis / vosotros
dos, / al ver la gracia chula / que tienen los chavós, / nos echan estampitas /
con la cara de Dios.
Sustituyan los nombres
de los personajes por los correspondientes en la vida real, y tienen
desentrañado todo el intríngulis de lo ocurrido entre la sesión del Congreso y
la Transfiguración de Puchi en Perpinyà.