domingo, 9 de junio de 2019

NOCTURNO Y DELIRIO. PEQUEÑA ANTOLOGÍA


Amamos y tememos la claridad, sobre todo la claridad excesiva, y buscamos refugio en la tiniebla a sabiendas de que en ella nos acecha, paciente, lo innombrable.

Los/las poetas han expresado con precisión sonámbula esta ambigüedad. Hago un recorrido por algunos de mis favoritos. Empiezo por Ausiàs, cantado por Raimon:

            Lo jorn ha por de perdre sa claror
            Quan ve la nit que expandeix ses tenebres

(El día teme perder su claridad / cuando la noche extiende sus tinieblas). La composición concluye con una angustiosa llamada de auxilio:

            Plena de seny, mon enteniment pensa
            Com abtament lo llaç d’amor se meta.
            Sens aturar, pas tenint via dreta;
            Vaig a la fi si Mercè no’m defensa.

No traduzco los versos, porque no sé. Se me ocurren al menos dos mensajes distintos en las mismas palabras; he mencionado antes la ambigüedad, y posiblemente mis dos interpretaciones alternativas responden al pensamiento del poeta. En cualquier caso, está pidiendo a Plena de Seny, la amada, que le defienda con su amor de un crimen o una abominación urdida por él mismo en la noche. El crimen puede consistir en su obsesión por consumar el amor ilícito que siente por ella; o por el contrario, el "lazo de amor" puede ser la defensa que le salvaría de sus ideas criminales. El poeta espera seguramente que la amada dicte la sentencia definitiva: o bien rechazar su amor pecaminoso, o acogerlo y de ese modo absolverlo.

Antonio Machado escinde una ambigüedad parecida en dos composiciones distintas pero que coloca en forma de díptico, con los números LXIII y LXIV de sus “Soledades, galerías y otros poemas”. Primero aparece el “demonio, el ángel más hermoso”:

… Y avancé en mi sueño,
Cegado por la roja luminaria.
Y en la cripta sentí sonar cadenas
Y rebullir de fieras enjauladas.

En el segundo sueño oye “la buena voz, la voz querida” y avanza igual,

            Por una larga, escueta galería,
            Sintiendo el roce de la veste pura
            Y el palpitar suave de la mano amiga.

El rebullir de fieras de la primera de las dos composiciones recuerda a Salvador Espriu, cuando en las “Cançons de la roda del temps” se adentra, después del “matí encalmat”, de la “mort resplendent”, de la “vinguda de la tarda” y del estremecedor “capvespre”, en el “triomf de la nit”, el triunfo de la noche.

           Escolta una remor
de moltes aigües:
           Amb el vent, contra tu,
cavalls salvatges.
           Quan et sentis cridat
pels corns de caça,
           Ja per sempre seràs
del fosc reialme.
           Ai, el vell arrelat
dolor que no té alba! (1)

Raimon, que ha puesto música tanto a Ausiàs como a Espriu, también ha dedicado su propio homenaje ambiguo a la noche:

            … De cremar amor, nit vella,
            De sentir la mort tot sol.
            La nit.
La nit és llarga, la nit. (2)

Hasta ahora solo he colocado poetas hombres en mi antología. Pero en las poetas mujeres encuentro la misma mezcla de atracción/aprensión, a veces expresada en síntesis fulgurantes. De Olga Orozco (“En tu inmensa pupila”):

            Me reconoces, noche,
            Me palpas, me recuentas,
            No como avara sino como una falsa ciega…

De Alejandra Pizarnik:

            EL CORAZÓN DE LO QUE EXISTE
            No me entregues,
            Tristísima medianoche,
            Al impuro mediodía blanco.

(1) Escucha un rebullir / de muchas aguas: / con el viento y contra ti / caballos salvajes. / Cuando oigas que te llaman / los cuernos de caza / ya serás para siempre / del reino oscuro. / ¡Ay, el viejo dolor arraigado / que no tiene alba!

(2) Noche vieja, de quemar amor, / de sentir la muerte muy solo. / La noche. Es larga, la noche.