Lula
2023, o el símbolo de la paloma cuando las aguas del diluvio comienzan a
remansarse.
Dos años después, se ha repetido el asalto multitudinario de
Washington a las instituciones democráticas de gobierno del Estado. Ha ocurrido
en otro país y con otros nombres propios, pero con una lógica, e incluso una
táctica, idénticas. Cabe sospechar que algunas personas hayan tenido una intervención
presencial en las dos movidas; y no me refiero a las ovejas, sino a los pastores.
Las movilizaciones de masas tienen por lo general poco de espontáneas.
El de Tejero en las Cortes madrileñas, hace un montón de
años, fue tal vez el último golpe a la antigua, herencia del viejo golpismo del
siglo XIX: uniformes, tiros al aire, se sienten coño. Se intentó entonces impedir
la transmisión por televisión de lo que estaba ocurriendo, mientras que ahora el
intríngulis va en la dirección contraria, facilitar imágenes en directo de la
debilidad de las sedes de las instituciones democráticas frente a una
turbamulta.
La intención, en cualquier caso, es muy parecida en ambos
casos: no ya un pronunciamiento en apoyo de un cambio de gobierno, sino un
intento de deslegitimar el acceso al poder de nuevos grupos políticos
potencialmente contrarios al establishment constituido.
Al hablar de establishment no apunto, claro es, a la
política. Hoy es la economía la que manda, y la política “debe”, según los
expertos, estar a su servicio (at your beck and call, para expresarlo en
lenguaje vintage). Tenemos situada en el puente de mando de la aldea
global, y de muchas de sus franquicias, una élite adiestrada en las finanzas
virtuales y la contabilidad creativa, decidida a marcar el rumbo de los
negocios en los próximos tres o cuatro siglos. Esas élites se fotografían poco,
y siempre tienen a mano un Steve Bannon capaz de remediar cualquier roto en las
costuras del invento, con un puñado de dólares bien exhibidos y repartidos.
Pensar que nuestros jueces y fiscales son enteramente otra
cosa, y que persiguen objetivos específicos, particulares de su corporación, es
fantasía. Al cuartelazo y el mogollón, han añadido ellos una tercera modalidad
de asalto a las instituciones: el bloqueo de la administración de justicia. Y
esa es toda la diferencia.
Tenemos a la ultraderecha en bucle.