Un
jugador de la selección francesa celebra un gol frente a Australia, en el
reciente Campeonato del Mundo de fútbol. (Fuente, Eurosport)
De la prensa diaria me llega la noticia de que en Francia
se están reuniendo firmas para exigir a la FIFA la repetición de la final del
último campeonato mundial de selecciones nacionales de fútbol. Del otro lado de
los Pirineos cunde la idea de que no es de recibo que un país con un ADN de
ganador se vea apeado de su condición natural por la incompetencia o la malevolencia
de un árbitro.
El árbitro, dicen, se equivocó sin querer o a sabiendas en
un lance del juego, y perjudicó a los bleus. Yo personalmente no vi el
partido, estaba ejerciendo un riguroso boicot a la FIFA y a su torneo, como de
seguro ha sido muy notado y comentado en todos los mentideros internacionales del
evento. Pongamos sin embargo que me creo lo del error arbitral. No sería el
primero en la historia del deporte, sin ir más lejos Maradona marcó en otra
final un gol decisivo con la mano.
Sí sería en cambio la primera vez que se repitiera un
partido oficial de fútbol por esa causa. Si hiláramos fino en la actuación de
los trencillas, habría que repetir absolutamente todos los partidos que se han
jugado desde que “furbo es furbo”, como le gustaba decir a Radomir Antic.
Hay otros motivos, sin embargo, que justificarían la
protesta con pliegos de firmas ante la FIFA. El alto organismo debería implicarse
en el caso de un futbolista iraní condenado a muerte por defender los derechos
de las mujeres de su país. Sobre este asunto, las fuerzas vivas francesas no
dicen nada, y la FIFA tampoco. Nada de nada, enfatizo.
Portavoces cualificados de la República Islámica de Irán
han manifestado su sorpresa por la marea de fondo levantada por el caso, y niegan
la mayor al alegar que el futbolista en cuestión no ha sido condenado a muerte,
de modo que mal se le puede indultar.
Lo cual bastaría para tranquilizarnos de no añadir las mismas
fuentes que ese criminal, al que se atribuyen graves delitos de sangre contra
las fuerzas policiales de su país, está, de hecho, pendiente aún de juicio. Es
cosica hecha, entonces, que si no ahora mismo, el futbolista será condenado en
fecha más o menos próxima; ya sabemos cómo suelen gastarlas los consejos
generales de los poderes judiciales de este o aquel país, y lo menciono sin ánimo
de señalar a nadie.
Valdría la pena entonces que la recogida de firmas
chovinistas en el país vecino tomara una dirección distinta. Incluso se podría dar un empujoncito en la misma dirección desde aquí, dado que también nuestra selección se ha visto seriamente
perjudicada por la ausencia manifiesta de Sergio Ramos en la selección urdida
de mala fe por Luis Enrique. No hacer nada, y recibir un día la noticia del
ahorcamiento del futbolista iraní y de otros deportistas igualmente
significados e incluidos en la misma causa penal, sería la peor forma de no saber
perder.