La
activista sueca por las energías limpias Greta Thunberg. (Fuente, Cadena SER).
Andrew Tate, un ex boxeador machista y provocón, le tuiteó hace
pocos días a Greta Thunberg que, si a ella le parecía bien, podían quedar algún
rato para hablar de sus 33 coches de gran potencia y de la polución que
provocaban. Aquello lo consideraba él “únicamente el principio”. La chiquilla
le contestó, también por twitter, que estaba ansiosa de oír más sobre toda aquella
“energía de pene chico” (small-dick energy).
Existe en la literatura científica una small-dick
energy, que sin embargo no está relacionada de ninguna forma con la
longitud de los atributos viriles. Calificar de ese modo el penoso alarde del fantasmón
ha sido por parte de Greta solo un “zasca” ingenioso, que ha cosechado al
parecer millones de likes. Añado el mío. Los argumentos de los
negacionistas, de los populistas a la violeta y de la derecha extrema en general,
contienen en demasiadas ocasiones alguna dosis ese tipo de regodeo bravucón en
su propia impotencia.
Los ejemplos son incontables pero, sin necesidad de buscar
más lejos, la reacción del jefe oficial de la oposición en España al
nombramiento por el Gobierno de dos vocales para el Tribunal Constitucional,
bloqueado políticamente desde hace más de cuatro años, ha consistido en declarar:
a) que denunciará en Europa los nombramientos; b) que actuará judicialmente
contra los dos magistrados nombrados; c) que presentará un plan de “calidad
institucional”, en el que figurará, supongo, la sutil medida de validar
legalmente el bloqueo del funcionamiento de las instituciones por tiempo
indefinido, incluso cuando estas tienen, como es normal en democracia, fecha precisa
de caducidad.
No hagan caso de un Feijoo desmoralizado, fané y descangayado,
que se defiende del mundo en general irradiando en su torno míseras bravuconadas
de pene diminuto. Nada que deba preocuparnos.