lunes, 26 de septiembre de 2022

EL RÍO COMO LUGAR DE PASO

 


Mapa de nuestro crucero fluvial. Fuente, CroisiEurope.

 

‘Pero lo nuestro es pasar’

Antonio MACHADO

 

Renania ha sido en primerísimo lugar una encrucijada, un lugar de paso. Eso va con los imperios y países diversos que se han asentado ahí, sucediéndose y con frecuencia masacrándose los unos y los otros; y va también con la vertebración del territorio que supone la presencia de un gran río navegable.

El tramo del curso medio y bajo del Rin con sus afluentes queda situado entre la cuenca del Ruhr, al sur, y el mar del Norte, al norte. En un lado los minerales, en el otro las grandes estructuras del comercio internacional, la Hansa original y las hansas sobrevenidas. Todo ese tráfico ingente entre la extracción de las materias primas (carbón, hierro) y su elaboración y distribución, se ha canalizado durante siglos a través de la misma arteria vital.

No hablamos exactamente de un río, sino de un sistema fluvial complejo. Puede verse con facilidad en el esquema de nuestro crucero. Las dificultades de la navegación por una vía de agua tan imprevisible y poderosa como el Rin dieron origen al mito de Lorelei, la sirena que atrae a los marineros desde lo alto de un peñasco y les lleva a la destrucción entre remolinos.

Los marineros se enamoraban de Lorelei y morían felices por ella. Es el mito romántico de la femme fatale, por lo demás un mito universal. Antonio Machado lo expresó, en su “Cancionero apócrifo”, de la forma más racional posible: «Gracias, Petenera mía, por tus ojos me he perdido; era lo que yo quería.»

Pero en el río no hay solo naturaleza rebelde; también trabajo, un trabajo sistemático que ha ido acumulándose de una forma visible: obras de canalización, diques, terraplenes. En particular, señalo un método ingenioso de salvar desniveles de la corriente por medio de esclusas. Las esclusas son cámaras aislantes que se vacían y se llenan de agua para situar al barco en el nivel del tramo fluvial siguiente. Son un sistema que corrige los caprichos del río, refrena sus excesos y proporciona seguridad. Todos los cruceristas corrimos a la cubierta superior del Lafayette para presenciar la operación del paso por las primeras esclusas: ese movimiento vertical de ascenso o de descenso entre dos compuertas herméticamente cerradas a las que se añade o se retira agua del mismo río. La primera fue la esclusa de Gravenmacher, con un desnivel de 6,26 m; la segunda, la de Kanzem, de 12 m de desnivel, y pasamos en los dos sentidos.

El río, así pues, no es solo naturaleza en estado salvaje, sino además trabajo humano invertido en domesticar esa naturaleza y ponerla al servicio de otras finalidades. En Sarreburgo vimos cómo, desde un pequeño salto de agua de un tributario del Saar, un caz permitía mover dos grandes ruedas que debieron formar parte en tiempos de molinos harineros u otro ingenio semejante. Todo ese “trabajo”, en tanto que elemento de progreso, está integrado en el paisaje y le añade “valor”, valor de uso.

 


El centro de Sarreburgo, con la cascada y el caz.

 

Quizás no es casual que Carlos Marx naciera en Tréveris, en medio de todo esto. A la vista de un observador renano se ofrecen en todo momento ejemplos acabados de trabajo, de valor, de cambio, de progreso material. También aparece con mucha claridad, lo diré sin paños calientes, la miseria de las ideologías. El gran descubrimiento de Marx, el sentido más positivo de su obra es, a mi entender, la idea de que la humanidad no es un punto de partida sino de llegada. No nacemos hombres y mujeres, sino que nos hacemos, después de un largo proceso de aprendizaje. Desde el reino de la necesidad, marcado por los límites impuestos por la naturaleza, la humanidad puede acceder mediante un esfuerzo de inteligencia colectiva y solidaria que llamamos trabajo, al reino de la libertad y de la igualdad.

Llamamos progreso a ese tránsito o travesía. Como en una esclusa, accedemos de un nivel inferior a otro superior, y en cada ascensión ganamos una mejor perspectiva de lo que nos rodea.

Hay también viajes en sentido contrario, sin embargo. Acabamos de ver un descenso abrupto de nivel colectivo en las elecciones italianas.

 


Una esclusa, en el río Brenta.