lunes, 25 de septiembre de 2017

AMENAZA DE SATELIZACIÓN


El OK Corral de la política nacional se ha convertido en una película de buenos y malos. En Zaragoza, quinientos patriotas (los “buenos”) pusieron cerco al polideportivo donde estaban reunidos algunos políticos (los “malos”) con vistas a consensuar soluciones razonables para el merder catalán. La presidenta de las Cortes de Aragón recibió un botellazo en el pecho. «Menos mal que no fue en la cabeza», se ha consolado. La presencia mínima de fuerzas de orden público, cuatro y el cabo, insuficientes para proteger a los cercados, se debía a que el grueso de la dotación había sido enviada a Barcelona, en prevención de los desórdenes que tendrán lugar cuando tropecientos antidisturbios más impidan por la fuerza (mesurada y proporcionada) una votación sin sustancia ni accidentes, sense solta ni volta que decimos en Catalunya.
Mi enhorabuena a los cercados en el nuevo sitio de Zaragoza. Ellos son nuestra esperanza principal, en un momento en el que se atisban pocas. Ellos han comprendido que el problema Cat es el problema Esp, y que no se soluciona simplemente buscando un encaje artificioso, una mejora fiscal, de la inestable Cat que tenga la virtud de no perjudicar de rebote la sana convivencia y la estabilidad envidiable de Esp. La solución no puede ser esa, por la razón principal de que la tal convivencia y estabilidad de Esp es enteramente inexistente. El problema catalán ha destapado (y no es la primera vez, ha habido antes otros avisos sonados) el problema en carne viva que aqueja al ordenamiento institucional español. El esquema bipartidista y la alternancia en el gobierno surgidos de una interpretación bastante unilateral de la Constitución del 78 están en el desguace, y el Estado de las autonomías ha quedado reducido a escombros en un proceso acelerado a partir del momento mismo en que el gobierno anterior decidió apearse en marcha del Estado “social” de las autonomías.
Las opciones de futuro que se perciben ahora mismo son dos: o bien se proyecta un desarrollo ordenado del esquema constitucional susceptible de culminar en la construcción de un Estado federal, ergo descentralizado y capaz de potenciar las sinergias existentes entre sus diversos elementos componentes; o bien se entrega la cuchara y se cede sin resistencia al designio del gobierno popular de satelizar a las comunidades integrándolas en un centro político fuerte.
Tendría el gobierno actual mejores perspectivas en su denodada tarea de recentralización, de haber dado hasta el presente alguna muestra de eficacia en sus actuaciones. Por ejemplo:
La insistencia en mantener hasta las últimas consecuencias un sistema radial de comunicaciones ha llevado a la consigna del AVE para todos, sustitutoria del café para todos, pero ruinosa porque en muchos trayectos los vagones circulan al vacío. Sin embargo, aún no se ha abdicado de la idea genial de hacer pasar el llamado “corredor mediterráneo” por Madrid.
La idea de crear con Bankia un banco privado centralista fuerte, capaz de contrarrestar los poderes fácticos periféricos del Santander, BBVA y Caixabanc, se arrastra por los juzgados después de necesitar de un rescate cuyos dineros nunca, ay, nos serán devueltos a los contribuyentes, según se nos ha informado con todas las cautelas.
Las grandes contratas públicas (autopistas, centrales eléctricas, instalaciones aeroportuarias, cementerios de residuos nucleares, prospecciones de gas offshore, entre otras) han desviado miles de millones de euros de las arcas públicas a los bolsillos privados de unos ciudadanos a los que ahora se defiende en los tribunales provocando aplazamientos continuos de los trayectos procesales correspondientes, con la vista puesta en el objetivo de llegar sin daños mayores a la fecha de la prescripción.
De modo parecido, y por motivos también parecidos aunque a primera vista no tengan nada que ver, el debate parlamentario de la iniciativa de los sindicatos UGT y CCOO en favor de una renta mínima garantizada, ha sufrido en un año 19 aplazamientos debidos a la actitud obstructiva de PP y C’s. Se trata de una muestra complementaria de los efectos de la recentralización política esforzadamente llevada a cabo por nuestro ejecutivo con la complicidad benevolente del poder judicial: a la satelización de las “provincias”, de un lado, se suma de otro el ninguneo de cualquier iniciativa política surgida al margen de la actividad – tan morosa que roza la inmovilidad absoluta – del poder central. Extra ecclesiam nulla salus; o dicho en román paladino, quien manda manda, y los que no, de imaginaria.