jueves, 28 de septiembre de 2017

CONSTITUYENDO


Quizás ahora que se está enarbolando en mi pequeño país el palo con gran alarde de testosterona uniformada, sea útil en algún sentido saber que el gobierno tiene en reserva también una zanahoria bastante escuálida para ofrecer en el momento oportuno (¿cuál será el momento oportuno, el posterior a una rendición incondicional de Cataluña con armas y bagajes?). Cito a Guillem Martínez en CTXT: «El País ha hecho un spoiler de la reforma constitucional que, en 2015, anunció Margallo que poseía. Ojo, en ella han participado el Presi del Senado y el del Consejo de Estado. No es un divertimento. Se ofrece a Cat reconocimiento constitucional a sus derechos históricos y lengua y cultura. La reforma presenta cambios en más de 100 artículos. El do de pecho en el título VIII. Se fijan las autonomías, se fijan sus competencias, se fija el recurso previo de inconstitucionalidad – no sea que pase lo de cuando el Estatut –, se fija qué impuestos son del Estado y cuáles son de la autonomía. Por lo demás, se incorpora el matrimonio homosexual, se permite que la primogénita del rey sea reina, se fija la no discriminación salarial y algún derecho social. Se supone que sin desarrollar o garantizar. Es importante saber que menos de la mitad de todo esto hubiera sido aceptado por Mas en 2012. Es importante saber que Rajoy tiene este texto en un cajón desde hace la tira.»
La oferta “in pectore” no es impresionante, quizás Mariano hace bien al mantenerla guardada en un cajón. Esto no puede ir de una Constitución otorgada. Es inexcusable una relegitimación de instituciones excesivamente deterioradas, empezando por la monarquía y siguiendo por un poder judicial sospechoso de ser la dócil correa de transmisión del ejecutivo. No es significativo que haya cambios en más de 100 artículos, sino saber qué es lo que se cambia, lo que permanece, lo que desaparece. La no discriminación salarial sirve de poco en los niveles retributivos en los que nos movemos; solo tendría sentido en el contexto de salarios decentes para un trabajo decente. Otro tanto puede decirse de los derechos sociales, un terreno apenas explorado y en el que queda muchísimo trabajo por hacer: trabajo de fondo, imposible de plasmar en un texto de circunstancias tal como una Consti sacada del bolsillo en un momento muerto de una negociación, y nacida, como la diosa Atenea según los antiguos, ya armada con todas sus armas, que se ofrece como un pack indivisible e innegociable “lo tomas o lo dejas”.
No es tan importante lo que habría aceptado Mas en 2012. El cambio generacional y el empeoramiento de las perspectivas de progreso social en todo el país han dejado en el desguace a la vieja ley suprema de 1978; tómese nota. Pero tómese nota también de que la vieja ley caduca también es susceptible de empeorar.
La desafección de la ciudadanía prolifera, y no en exclusiva la de la ciudadanía catalana; como la risa, la desafección va por barrios; como las habas, se cuece en todas partes. Una cosa es poner a punto entre todos una Constitución en la que nos sintamos representados, y otra muy distinta que se nos otorgue graciosamente una Constitución atada y bien atada para que el estamento que tiene en sus manos la manija de los negocios pueda seguir ejerciendo de lo mismo durante cuarenta años más.