miércoles, 2 de marzo de 2016

GEOGRAFÍA DEL DINERO


Las poblaciones con mayor renta media familiar de España son ciudades-dormitorio y están situadas en el entorno de Madrid – las más – y de Barcelona las restantes. Son, por orden de más a menos haberes, Pozuelo, Majadahonda, Sant Cugat del Vallès, Las Rozas, Alcobendas y San Sebastián de los Reyes, que está a caballo entre Madrid capital (por arriba) y Barcelona capital (por debajo). Sigue en la lista Castelldefels. La primera población en nivel de renta no situada en ninguna de las dos provincias citadas es Ceuta (10ª). La última población española en nivel de renta es Torrevieja (Alicante). La renta media familiar es en Torrevieja de 13.977 euros; en Pozuelo, de 70.298. Quiere decirse que la renta de una familia media de Pozuelo da para cinco familias de Torrevieja, y aún sobra un pico. Estamos hablando de rentas familiares medias, claro; la comparación entre las porciones más altas de renta de un lado y las más bajas del otro añadiría un par de ceros a la derecha de ese ‘5’. Si contáramos los ingresos en negro y las rentas generadas en paraísos fiscales de las que Hacienda no tiene noticia, los ceros diferenciales se multiplicarían.
El barrio más rico de España es el del Viso, en Madrid, también un barrio residencial; el más pobre, el de los Pajaritos en Sevilla, un barrio obrero degradado. Los tres municipios con mayor índice de paro están en Andalucía: son Sanlúcar de Barrameda, La Línea de la Concepción y Jerez de la Frontera. Sin duda el registro estadístico de la riqueza y del paro no tiene la precisión deseable, y lugares hay, en la misma Andalucía, en los que la miseria y la falta de recursos son mayores que en los tres citados. Los datos de la evasión fiscal, de la economía sumergida, o de los niveles de autoconsumo en las zonas rurales y pesqueras, introducirían correcciones significativas en el panorama que se dibuja. En todo caso, se demuestra que la geografía del trabajo es bastante diferente de la del dinero, cosa que en principio podría resultar sorprendente para algunas mentes cartesianas.
Dos conclusiones: Una, el dinero no da la felicidad, pero se refugia en urbanizaciones de lujo. Dos, el trabajo, allá donde existe, no genera rentas significativas; estas aparecen por otras vías y mediante expedientes de un orden distinto al derivado estrictamente de la producción.
Son cifras que proporcionan una radiografía aproximativa de una distribución patentemente desigual del dinero y el trabajo en el territorio. Un elemento a considerar en un momento crítico del que se esperan proyectos políticos encauzados a mejorar la suerte de los más desfavorecidos y proporcionar un mayor bienestar en todos los órdenes a la ciudadanía.