sábado, 19 de marzo de 2016

SE ESTÁN COLANDO CAMELLOS POR LOS OJOS DE NUESTRAS AGUJAS


«¿Quién se cree que es Puigdemont?», nos preguntó doña Zoraida, visiblemente alterada, a todos los televidentes; y el corazón me dio un vuelco. “Dios mío, no lo sabe”. Por ignorar cosas así les niegan los papeles a cientos de inmigrantes de los que hacen largas colas para examinarse de españolidad en dependencias municipales. Era inverosímil que la vicepresidenta de España en funciones ignorase quién es el actual president de la Generalitat de Catalunya, pero yo ya no pongo la mano en el fuego por nadie. El otro día, Mariano Rajoy declaró que si no había intervenido antes en el desbarajuste de las cuentas valencianas es porque no tenía ni idea de lo que ocurría allí. Habida cuenta de que las cuentas eran públicas y quienes las defraudaban eran de su partido, lo lógico habría sido acabar semejante confesión de incompetencia poniendo su cargo a disposición de SM el Rey y de Patxi López. Pero no, ni se le ocurrió. Si le preguntan a Mariano, probablemente les dirá que Le-Puy-de-Mont es un final de etapa en cuesta del Tour de Francia.
Doña Zoraida Santamaría sí sabía quién es Puigdemont, y su indignación procedía del hecho de que se haya ofrecido a las autoridades europeas para acoger en suelo catalán a unos cientos de refugiados de la guerra siria. «Sin consultar, sin consensuar nada», se escandalizaba, obviando el hecho paladino de que su gobierno no ha consensuado ni las propinas durante los últimos cuatro años de actividad parlamentaria, y ahora que está en funciones se niega incluso a rendir cuentas de su actuación a sus señorías, en una arriscada interpretación solipsista de las normas constitucionales.
Se comprende, sin embargo, la irritación profunda de doña Santa si prescindimos de tiquismiquis legalistas y vamos en derechura al fondo de la cuestión; si dejamos entre paréntesis el problema del fuero y atacamos el huevo en su meollo (en su yema, para llevar la metáfora hasta el final).
No podemos acoger refugiados de forma irresponsable. Ni uno siquiera. De sobras nos han advertido sobre el asunto Monseñor Cañizares y el ministro don Jorge Fernández Díaz: los refugiados que no son yihadistas confesos, son cuando menos podemitas o bolivarianos, o ambas cosas. No es viable ni decente instalarlos aquí y encima a nuestra costa, a pan y manteles. Cornudos y pagar el gasto, nunca. Bastantes infiltrados tenemos ya en esta antigua piel del toro que otrora fue ejemplar martillo de herejes y luz de Trento. Hoy los camellos se nos están colando todos los días en el paraíso pasando tan ricamente por los ojos de nuestras agujas.