domingo, 13 de marzo de 2016

GUANTES DE CABRITILLA


María Dolores de Cospedal ha recomendado a Pedro Sánchez que se comporte con los corruptos de su formación de la misma manera como lo hace el Partido Popular. Es decir (lo ha aclarado, porque cualquiera podía tener dificultades para entender el sentido de la recomendación), con “tolerancia cero”.
Uno se preguntaría en qué mundo vive Cospedal, si no tuviera noticias ciertas y cotidianas de cuál es el mundo en qué vive. Cabría la posibilidad de considerarla una necia, si no supiéramos que la necedad es cosa distinta del cinismo. Puestos en el disparadero, los altos cargos populares se están reivindicando a sí mismos como los esforzados paladines de una batalla contra la corrupción que encenagaba la conducta de sus opositores como una nefasta herencia más de los desvaríos de Zapatero.
Para sostener un montaje de ese calibre, los artífices de la nueva ofensiva ignoran de forma sistemática las noticias diarias de los informativos, y acusan de corruptos a todos los que están enfrente. Los cuatro años pasados son reivindicados como una edad de oro de justicia, prosperidad y buen gobierno, que lamentablemente no ha sido bien explicada a la gente debido a una política informativa deficiente por timorata, poco agresiva y volcada en la defensiva.
Todo al revés. La política informativa de la Brunete mediática – a la que se han sumado en una operación sumamente curiosa medios informativos que en tiempos pasaron por progresistas – busca retorcer con saña cualquier frase, incluso la más anodina, de quienes han empezado a plantar jalones para el cambio en este país. Se encuentran segundos y terceros sentidos a declaraciones de Manuela Carmena, una mujer que siempre se expresa de una forma sencilla, eficaz e inequívoca. Se subraya la “rabia” y el “odio” de que dan muestra los muchachos de Podemos, a los que se lleva un año entero ya atacando con saña, con odio y con conexiones venezolanas. Se anuncia cada día una nueva crisis en la izquierda (hoy Compromís, mañana IU, pasado la rebelión de las bases de Podemos contra la “nueva casta”), cuando la noticia real es, cada día, una nueva corrupción destapada en la derecha.
La verdad es tratada como el guante de cabritilla al que hace referencia el Bufón en la escena primera del tercer acto de Noche de epifanía, de William Shakespeare: «Una frase no es más que un guante de cabritilla para un ingenio agudo. ¡Con qué facilidad puede volverse del revés!»
Pero no es buen negocio, a la larga, debatir distorsionando las razones del contrario y buscar pretextos para criminalizarlo. Primero, porque no contribuye a purificar el clima político; segundo, porque de tan repetido el recurso cansa, y los plumíferos a sueldo que atizan esas controversias acaban perdiendo la credibilidad de su firma y viendo dolorosamente disminuidas sus fuentes de financiación adyacentes y secretas.