domingo, 8 de abril de 2018

DERECHO AL PATALEO


“Si la Unión Europea no sirve ni para esto, es que no sirve para nada”, ha dicho sobre poco más o menos Esteban González Pons en Sevilla en una charla a alumnos del Erasmus. Se refería el portavoz del grupo popular en el Parlamento europeo a la negativa de un tribunal alemán a aceptar la imaginativa propuesta del juez Llarena de considerar violencia de alto voltaje la actitud de las abuelas arrastradas por los pelos por la policía nacional y la guardia civil en los vestíbulos de los institutos catalanes de enseñanza media donde se habían colocado las urnas ilegítimas para la consulta o referéndum del 1-O. El secesionismo, no la fuerza pública, sería el culpable último de tanta desmesura; "violencia pasiva", se llamaría a la nueva figura penal.
El PP sigue teniendo aún, después de tantos siglos, una concepción feudal de las alianzas. Rajoy no acaba de creer lo que ven sus ojos. Después de tantas ceremonias del homenaje, tantos pactos de sangre, tantas zalemas en una palabra, a Ángela Merkel, el cuerpo le pedía en este momento apoyo moral para un auto de fe con herejes encapirotados ardiendo en hogueras. Sin embargo, el mensaje que le llega desde allende los Pirineos es que el conflicto catalán debe ser resuelto a partir de otros enfoques, y conforme a normas legales más compasivas y menos excluyentes. Katarina Barley, ministra alemana de Justicia, ha llegado a insinuar que Carles Puigdemont podría no ser extraditado ni siquiera por el delito menor de malversación; insinuación que ha provocado en su colega español Alfonso Dastis la misma reacción que cuando el árbitro deja de castigar la mano en el área de un defensa rival. ¡No hay derecho, árbitro vendido!
El gobierno español pretendía ganar este partido por goleada. Necesita un baño de autoestima, en un momento difícil porque Ciudadanos – que le acusa de flojo en el tema catalán – está tomando una ventaja apreciable por el carril derecho, y Podemos ha progresado por el izquierdo hasta situarse casi a su altura. Y entonces, de pronto, le falla la conexión Merkel, a la que lo había fiado todo para un último golpe de teatro en la recta final de las elecciones municipales y autonómicas.
Hay quien ya sueña despierto en represalias. Federico Jiménez Losantos, siempre sutil y ponderado, ha señalado que las cervecerías alemanas podrían ser objeto de atentados. Es sin duda un paso en la buena dirección: seguro que la cancillera rectifica su negativa obcecada, ante la gravedad de la amenaza contra los intereses nacionales.
Las represalias contra los rebeldes catalanes se centrarían, por otra parte, no en el sector de la hostelería sino en el deportivo. Hay dos iniciativas que están quitando el sueño a los hinchas del Barça, equipo que lleva hasta el momento una temporada deportiva impecable. De un lado Javier Tebas, el baranda de la Liga, persona no ligada directamente al gobierno del PP pero sí a Fuerza Nueva, anuncia que podría suspenderse la final de la Copa del Rey (FC Barcelona-Sevilla) en el caso de que los espectadores piten el himno nacional.
Por el mismo tenor viene la advertencia de Zinedine Zidane, entrenador del Real Madrid. En el caso muy probable de que el Barça haya acumulado ya los puntos suficientes para ganar el título de Liga cuando el Madrid visite el Nou Camp, el equipo blanco no hará el tradicional pasillo a los campeones en el momento de la salida al campo.
Esas dos medidas ejemplares sin duda van a fastidiar muchísimo a los catalanes.