Paso a paso hacia un futuro mejor.
Metáfora griega aplicable a Cataluña.
No se puede decir que haya
saltado la sorpresa en el tema de la ampliación del aeropuerto del Prat; todas
las cartas estaban marcadas. El gobierno central ofrecía pero no ofrecía algo
que el govern catalán aceptaba pero
no aceptaba, con manifestación en contra incluida. Mientras, el Júpiter tonante
de Waterloo era de la opinión de que tanto el sí como el no a la ampliación
eran traiciones nefandas a las esencias de la ratafía, y lo que había de hacerse
en la tesitura era fulminar a todas las partes contratantes con justicieros rayos
olímpicos
Nadie habría explicado el
desenlace que ha tenido el entremés cómico mejor que mi abuela Pilar, que
sostenía que “cuando las cosas van como van, luego pasa lo que pasa.”
─ ¿En serio, abuela?
─ Lo que te digo va a
misa, Paquillo.
Si iba a misa, eso quería
decir que no había más que hablar.
¿Es el caso del aeropuerto
del Prat, sin embargo?
Nos encontramos de nuevo
en la casilla de salida, se han perdido cuantiosas fechas de calendario y,
todavía peor, cualquiera que se anime a hacer una propuesta diferente habrá de
tentarse antes la ropa, porque son muchas las palabras gruesas que han
retumbado en los medios: deslealtad, engaño, chantaje, etc.
Oriol Junqueras ha sido especialmente
desafortunado en sus manifestaciones públicas. Como ya es tradición en los
líderes históricos de Esquerra, Junqueras se precipita a desperdiciar por
sistema todos los triunfos que le vienen a las manos en la partida de cartas de
la política. En tanto que historiador, su preferencia es siempre mirar atrás. Pero
atrás, el único referente que encuentra es el del año 1714: el estigma de una
derrota absoluta.
El tema del relanzamiento
de las infraestructuras en Cataluña merece una reconsideración y una nueva
oportunidad. Más allá de lo que vaya a acontecer el próximo 11S. Más allá de la
preservación de la Ricarda, cuestión que ahora aparece más factible. Es
cuestión de debatir las medidas pertinentes y todo el contexto, con seriedad y
con datos a la vista, en mesas solventes de negociación. Esas mesas pueden
tener una constitución u otra, contar con participantes presenciales competentes
y con personalidades decisivas no presentes en la brega pero sí representadas
adecuadamente. Lo importante de una mesa de negociación no es quién acude a
ella, sino qué se acuerda, y con qué garantías se lleva a la práctica.
Entonces apúrense,
compañeros, apúrense y no demoren. Llevamos en dimes y diretes lo que no está
en los escritos, y mientras, Cataluña se desangra lentamente.