La luz desparramada del sol de la
atardecida sobre Monolithos, Rodas. Las cuatro fotos de esta entrada son de
Antonia Carreras, recuperadas en la galería de mi móvil a los cinco años
exactos de la excursión que hicimos allí.
Cerca de la punta occidental de Rodas (Prasonisi, isla en invierno y promontorio accesible por tierra en verano), algo al norte, dominando una bahía más perfecta aún por el islote verde que la acompaña como una peca en una mejilla femenina bien dibujada, se alza el espolón rocoso de Monolithos, que significa lo que el nombre indica. Los caballeros hospitalarios lo fortificaron, pero apenas sobrevive de aquella época la escalera de acceso, restos de los baluartes y la minúscula capilla abovedada de Ayios Panteleimon, un ejemplo más del cuidado acucioso de la religión por santificar cualquier monumento antiguo susceptible de traer memoria histórica del paganismo en cualquiera de sus formas.
Vista de la fortaleza, la bahía y el
islote desde el ramal de la carretera que sale del pueblo de Monolithos.
Carmen y yo estábamos allí en septiembre de 2016, con Antonia Carreras y Karl Gehendges. Fuimos por la tarde, para ver la puesta del sol tiñendo el mar de plata. Este es el testimonio fehaciente:
Por la mañana habíamos paseado por el interior de la ciudad amurallada de Rodas, entre la calle Sokratous, el hammam de la plaza Arionos y la sombra
intensa de la plaza Doriaeos. La imagen de abajo corresponde a un tramo de la
calle de Ayios Fanurios, hacia el final de la cual está la pequeña iglesia
semienterrada del santo patrón de la isla.