Baile callejero de máscaras en el año 2008
Nicolás Sartorius ha
utilizado la expresión “liberalismo tóxico” en un artículo publicado en Diario.es
bajo el título «¿Qué le pasa a la derecha española?» (1). Lo recomiendo a
quienes deseen una opinión con fundamento acerca de la situación anómala que vivimos
cuando desde los medios informativos se pide al gobierno consenso con una
oposición abonada a un tremendismo montaraz.
Por las calles del barrio
madrileño de Chueca han desfilado los energúmenos ejerciendo su libertad
irrestricta de pedir a voces la expulsión de los maricones. En el Congreso de
los Diputados, otro energúmeno “padre de la patria” llamó bruja a una colega de
la bancada socialista, después de lo cual, chulapamente, se negó a rectificar,
y no quiso abandonar el hemiciclo cuando la presidencia le expulsó de la
convivencia.
No son anécdotas, sino
categorías; y no implican solo a Vox (que es mucho más que un virus patógeno
enquistado en un cuerpo por lo demás sano), sino que infectan todo el modo de razonar
y de exhibirse de nuestras derechas de ahora mismo. El alcalde de Madrid ha borrado
unos versos de Miguel Hernández en el cementerio municipal, ha cambiado el
nombre de una calle dedicada a una maestra por el de Millán Astray, ha permitido
impasible la vandalización de un mural dedicado a las mujeres. El alcalde es
del PP, no de Vox; es abogado del Estado, no terrateniente ni licenciado según
un máster de Aravaca.
Y la judicatura, concebida
como el fiel de la balanza destinado a ejercer de contrapeso para equilibrar todo
el sistema político, da amparo a estas actitudes bajo su manto y fustiga por el
contrario cualquier salida fuera de tono sobrevenida desde el otro lado de una
barricada simbólica. La prevaricación parece estar incluida en el orden del día
de nuestros jueces.
Todas estas barbaridades
se parapetan detrás de la invocación suprema a la libertad. Ya hace años, el
jurista y pensador italiano Norberto Bobbio nos dejó una reflexión ejemplar
acerca de lo que significó el primer liberalismo en la historia de las ideas, y
la caricatura sesgada del mismo representada con el prefijo “neo” en los
ultimísimos tiempos (2). “Neoliberalismo” es nada más un eufemismo para disimular
una realidad más oscura; Sartorius nos lo aclara, dicho en román paladino se
trata de un liberalismo tóxico. No hay un átomo de libertad en ese falso
liberalismo, porque predica la libertad de unos contra otros, y eso no es más
que un juego de palabras malicioso y peligroso. La libertad es social por
naturaleza, implica a todos y el respeto de todos hacia todos. A la “libertad” puramente
individual ejercida contra los derechos de otras personas (los maricones, las
brujas, los perroflautas, por ejemplo), se le ha dado siempre un nombre
distinto, y se ha hecho bien porque se trata de otra cosa.
Detrás de la máscara de la
“libertad” ensordecedora que nos predican, se esconde la mueca burlona del
fascismo.
(1) https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/le-pasa-derecha-espanola_129_8304288.html
(2) Ver https://pasosalaizquierda.com/viejo-y-nuevo-liberalismo/