Cuatro instantáneas consecutivas, con
motivo de una celebración modesta. Fase 1: enfrentándome a la llama altiva y
prepotente.
Los festejos de mi
cumpleaños han quedado aplazados al sábado, porque hoy jueves los nietos tienen
colegio y nuestro yerno está atrapado en su consulta médica. Pero algo había
que hacer el día 16, que es el fetén de mi aniversario, de modo que Carmen y yo
hemos improvisado.
Para empezar hemos invertido
media mañana en la enésima visita al Museo Benaki, planta 0 en particular.
Siempre sale algo nuevo que no habíamos visto antes o que no recordábamos.
Teníamos el plan inicial de
almorzar en Plaka, tal vez un gyros de
pollo con rodajas de tomate y salsa tzatziki;
pero el calor tiraba para abajo, y Plaka quedaba lejos. Nos hemos vuelto a
casa en metro. Carmen ha improvisado un almuerzo para dos con lo que tenía en
la nevera, y le ha salido rico.
Llegado el momento solemne
del soplido, hemos rebuscado por todos los rincones en busca de 77 velas, que
son las que canónicamente corresponden al evento (uno está in mezzo del camin’, que diría Dante, pero más p’allá que p’acá). Solo
hemos encontrado una. Estar a dos velas sería todo un lujo para nosotros, vaya.
Fase 2. Ante mi soplido estratégico
insistente por ambos flancos, la vela practica el achique de espacios.
Como la tarta de pistachos
programada no verá la luz hasta el sábado, recurrimos como base de sostén de la
vela a unas nectarinas colocadas en un cuenco metálico. Las nectarinas no
sostienen bien la vela, y Carmen arregla el desajuste con una servilleta
plegada. Yo soplo. Cuidado, me dice Carmen, suave para no desequilibrar la
vela. Fácil, en peores nos vimos cuando la transición, la alecciono en plan
abuelo Cebolleta.
Fase 3. Mi soplido se hace progresivamente más recio y la llama es ya solo un puntito ínfimo. A la vela no le queda más que el recurso a la heroica.
Mi fortaleza pulmonar sobria
y envolvente resulta efectiva; mi estrategia, perfecta. La llamita se extingue después
de un último parpadeo. Todo ha terminado. No ha hecho falta ir a la prórroga y
a los penaltis.
Fase 4. Objetivo cumplido. “No pudo ser”, titularán mañana los medios de información. La caverna mediática, como de costumbre, calificará de robo escandaloso lo sucedido, y echará la culpa al arbitraje.
Postdata.- Imposible
responder a todos los que nos habéis escrito, sois ya más de 140 a estas horas
(cuatro menos veinte de la tarde). Un abrazo a todas/os. Sentirnos tan
acompañados es más que un placer, es un privilegio.