GIOTTO di Bondone, “El beso de Judas” (detalle).
Pintura al fresco de la Capilla Scrovegni, Padua.
Noticias de prensa señalan
que el ex secretario general de CCOO José María Fidalgo respaldará a Pablo
Casado en una Convención del PP en la que se quiere “visualizar el
ensanchamiento” del partido ante una nueva etapa en la que los medios
internacionales, según afirman fuentes del PP por su cuenta y riesgo, “nos ven
como una formación de gobierno”.
Junto a Fidalgo, y en la
misma función de mostrar ese “ensanchamiento” de la base ideológica de la
formación conservadora, estarán Juan Carlos Girauta, ex de Ciudadanos, y Alejo
Vidal-Quadras, ex de Vox. Alberto Rivera ha declinado, al parecer, la invitación,
pero la ordalía sí podrá contar con la presencia de algunos figurones
latinoamericanos, entre ellos Mario Vargas Llosa, inevitable en todos los vernissages de la derechona rancia; y el
acontecimiento será sazonado con parlamentos de don Josemari y de don Mariano
Punto, que intervendrán, pero no al alimón, de modo que nadie les saque una
foto juntos a pesar de todo lo que esa imagen vendría a significar en la
visualización de un “ensanchamiento” ideológico.
Nadie tiene intención de
apartar a Fidalgo de su querencia. Siempre hemos sabido que una porción (no grande)
de afiliados al sindicato vota habitual u ocasionalmente al Partido Popular. Es
lo que tiene una formación de masas, a la que cada cual se afilia por razones
propias, a veces nada ideológicas y sí enmarañadas de contradicciones
personales.
A todos los que nos
sentimos próximos a CCOO ─más o menos─, nos parece criticable la postura de
Fidalgo. Utilizar el plus de representación que recae sobre su nombre para
hacer de su capa un sayo, es una actitud, por lo menos, desvergonzada.
Pero no es un hecho nuevo.
Lo que le pasa a Fidalgo desde que perdió unas elecciones a la secretaría
general desde el dominio del aparato que se le supone a un secretario general,
es, como reza un dicho popular, más conocido que la ruda. Por eso mismo, su derecho
al pataleo viene a resultar bastante inofensivo.
Me asombra en cambio que algunos
integrantes de una izquierda que acoge a los “muy pocos pero muy buenos”, a los
anónimos guardadores de las esencias de no se sabe muy bien qué, utilicen la
noticia para criticar, no a Fidalgo como hacemos todos, sino a CCOO. Sería la
organización, y no la persona, la traidora a esas esencias que ellos guardan en
celoso secreto. La presencia de Fidalgo en el show business de Casado sería la prueba última de una disposición congénita
de CCOO al contubernio.
En lógica aristotélica, hay
que tener cuidado de manejar correctamente los silogismos para no confundir lo
universal y lo particular. No funciona, por ejemplo, el enunciado de que, como yo
tengo un gato griego y Aristóteles era asimismo griego, en conclusión Aristóteles
fue un gato. La traición de un Apóstol, Judas Iscariote, a Jesús, no implica
necesariamente la idea de que Judas estaba actuando en representación de toda
la dirección colegiada de la asamblea religiosa. Aviados estaríamos con esa
interpretación de la Historia.