Pacificación del tránsito de un entorno escolar en
Barcelona. Fuente, Ayuntamiento.
El futbolista Gerard Piqué
ha declarado sentir envidia sana de Madrid. Piqué es uno de los bastiones de la
catalanidad militante desde hace muchas temporadas, tal vez demasiadas. Su
aparición, otrora, con la camiseta roja de la selección española provocaba abucheos en
los estadios de más allá del Ebro. En consecuencia, abandonó la selección y se dedicó a otras aventuras. Sus palabras podrían merecer atención por
esa razón militante y polémica; desde luego, por otras razones no. Su relación actual con Madrid es de
negocios, está vendiendo allí su formato de Copa Davis. Tal vez la sensibilidad
social de Piqué esté un poco anquilosada, pero nadie me negará que es un chico
listo.
Las últimas noticias que
me llegan de la ciudad de Madrid, vía prensa diaria, son que medio millón de madrileños
están en lista de espera para ser atendidos de sus dolencias, con dilaciones de
hasta 18 meses para la visita al especialista. Supongo que todos ellos se
consuelan pensando que pagarán menos impuestos que si vivieran en Ciudad Real
por ejemplo. Es para tenerles envidia sana.
De otro lado, está el
atropello de tres niñas de seis años que jugaban en una acera. Una madre que
acudía a recoger a su hija al colegio decidió aparcar encima de esa acera
entrando con su coche en marcha atrás, sin fijarse mucho en los detalles. Una
de las niñas ha muerto. Tal vez los madrileños, incluido de forma excepcional
entre ellos Gerard Piqué, estimen que la niña invadió la acera para jugar sin
tener en cuenta que era terreno prohibido dada la amplia posibilidad concedida
por las ordenanzas a su utilización eventual para el tráfico rodado. Son cosas
que ocurren en las grandes urbes.
¿Han visto fotografías de
la pacificación del tránsito en las salidas de los colegios de Barcelona? Si están
ustedes en la onda de Piqué, no les habrá gustado la solución adoptada por el equipo de Ada Colau. Todos
los días leo a alguien que critica sus medidas diciendo que no sirven para
nada, y las califican de “postureo”. La niña muerta sería para ellos, como la
laguna Ricarda del delta del Llobregat, una baja colateral por fuego amigo sacrificada
en aras de un progreso más alto. Al observar con atención el despropósito urbanístico reflejado en la imagen de arriba, culpa de las falsas virtudes de incompetencia
y postureo de la alcaldesa, sentirán envidia sana de Madrid.