Los niños de Lidice. La escultora Marie Uchytilová recurrió
a una documentación exhaustiva para representar con sus rasgos reales las
figuras de los 82 niños de la población checoslovaca de Lidice que fueron
gaseados en el verano de 1942, en un campo de exterminio polaco, en represalia
por un atentado de la Resistencia contra un jerarca nazi. Su memoria no debe
ser olvidada.
Las derechas españolas reclaman al mismo tiempo
más libertad para ellas y más represión para los desafectos. De otra manera no se
entiende su adhesión ─su patrimonialización, más bien─ de la manifestación
policial contra la supresión de la ley mordaza, una ley que les suponía, no
solo un aislamiento abiertamente hostil al pueblo del que dicen ser servidoras
las fuerzas del orden público, sino la impunidad ante cualquier posible abuso
en la fuerza represiva que utilizan.
Pero es que nuestras derechas no se sienten
pueblo. De forma consciente eternizan la guerra civil (esa guerra interminable,
como la definió nuestra llorada Almudena Grandes) y ensanchan el foso que de
toda la vida ha separado a los ganadores de los perdedores de aquel episodio. Se
ha teorizado la existencia de una España y una Antiespaña, elegida la primera
por dios entre todas las naciones, y nefanda la segunda. Contra la Antiespaña
vale todo, es la proclama de la derecha eterna. La democracia se desliza en su ideario
hacia una dictadura de la buena gente. A la buena gente le es permitido incluso
dejar de ser buena (véase el ejemplo del Emérito, paradigma de todos los vicios
públicos de nuestras derechas), mientras que la gente de las izquierdas debe ser
severamente castigada por el mero hecho de serlo (véase el caso Alberto
Rodríguez, ex diputado de Podemos).
Quizás porque a nadie le gusta ser un perdedor,
la operación publicitaria basada en las esencias aporta regularmente a los
poderosos rentas suculentas en votos de mindundis, que estiman erróneamente que
a largo plazo la servidumbre voluntaria al poder establecido les hará más
libres.
Todo esto tiene un nombre en los tratados de Ciencia
Política, y tiene también una Historia de la que es forzoso aprender para no
repetirla.
No haré más alegaciones. Solo les ruego que
comparen las dos imágenes incluidas en esta entrada. Arriba, un monumento en
memoria de víctimas inocentes; abajo, la charlotada de la manifestación por la
impunidad llevada a cabo por los verdugos potenciales.