domingo, 5 de marzo de 2017

LAS ELECCIONES PERDIDAS


Podíamos imaginar la escena nosotros solos con bastante realismo, pero Jordi Pérez Colomé nos ha dado además, en elpais de hoy domingo, detalles inéditos, plasmados al aguafuerte goyesco, de la jornada del 1 de octubre en la sede central del PSOE en la calle Ferraz. Una batalla “sin exagerar la metáfora”, dice. Más de 250 personas cansadas, encerradas y apabulladas. Cámaras en los balcones del inmueble que daban al patio interior. Los micrófonos estropeados, debido a la casualidad o a una refinada estrategia numantina por parte de la dirección saliente. Problemas para acceder a la hora del almuerzo a los bares cercanos, desde una ciudadela política sometida a riguroso estado de sitio por un cordón humano formado por militantes armados de pancartas y periodistas armados de cámaras y micrófonos. Una diputada llorando tendida en el suelo de un pasillo, junto a una papelera metálica. Insultos cruzados entre sanchistas y críticos, como chispas voladoras de fuego en el clímax de una tormenta eléctrica.
Todo el día había transcurrido en un largo forcejeo “cuerpo a cuerpo”. “No valía todo, pero casi.” Hacia las seis de la tarde se produjo la explosión definitiva, al descubrirse una urna oculta que los fieles de Sánchez habían preparado para votar por sorpresa la continuidad del líder. De poco que no se la estamparon en la cabeza. “Aquello era un corral de vacas”, afirma un asistente. Sánchez, acribillado a insultos, se mostraba visiblemente hundido. “Su cuerpo estaba allí, su mente en otra parte”, comenta alguien. Descartada la urna, se votó por llamamiento. El No al Congreso ganó por 132 votos contra 107.
La recuperación del control de las emociones colectivas después de una bacanal de semejantes proporciones se antoja difícil. Susana Díaz, la presidenta andaluza que todavía deshoja la margarita de presentar o no su candidatura, tiene su propia fórmula, y la ha expuesto muy recientemente: «Ganar elecciones une.» Se me ocurren dos objeciones a la ponencia. Primera, une tal vez a un sindicato de intereses no del todo confesables, pero es más difícil que una a un partido político de prosapia, con raíces centenarias y tal. Segunda objeción, y favorita del maestro Ciruela que no sabía leer y puso escuela: ganar elecciones une, sí, pero solo a condición de que se ganen. ¿Cómo piensa ganar el PSOE las próximas elecciones? ¿Solo mediante el gracejo desparpajado de una lideresa de tronío? Poca cosa parece ante un electorado resabiado y con malas pulgas, mucho más proclive al voto de castigo que a la fe del carbonero.
Goethe escribió una novela titulada “Las afinidades electivas”; Balzac, otra que llamó “Las ilusiones perdidas”. No hará falta esperar mucho tiempo para conocer el título definitivo del relato que empezó a escribir colectivamente el comité federal socialista el primero de octubre en la sede de Ferraz.