martes, 14 de marzo de 2017

SIN ESTRÉPITO Y SIN FURIA


Doy cuenta de la lectura prácticamente consecutiva de tres buenos artículos de tres grandes articulistas, en torno al momento congresual de Comisiones Obreras.
Ignacio Muro (en “bez”) se centra sobre todo en los desafíos y las tareas que aguardan al sindicato en una época novedosa por muchos motivos, y en la que habrá de actuar a contrapelo del paseíllo militar, con banda de música incluida, que el pensamiento único neoliberal pretende realizar con vistas a un nuevo milenio de hegemonía. Los breves apuntes de Ignacio dibujan un marco de actuación difícil pero posible, bajo un paradigma de la producción novedoso que ofrece, dentro de las dificultades que implica, mil razones y mil oportunidades para incidir.
Antonio Baylos, en Nueva Tribuna, apunta a los recambios generacionales en la dirección, y a la forma como se han llevado a cabo. Sin primarias, sin confrontación mediática de candidaturas, sin chisporroteo, a partir del debate pausado de los materiales y de un consenso inmenso tanto sobre las políticas como sobre las personas. Sin estrépito y sin furia. Tales son, recordará el lector, las dos cualidades que según la señora de Macbeth hacen que la vida se asemeje a un cuento contado por un idiota: llena de estrépito y de furia, carente de todo significado.
No ha habido furia ni estrépito, y sí en cambio un significado profundo en el camino emprendido por Comisiones Obreras. Quizá conviene detenerse un punto en la singularidad de un sindicato que, a pesar de verse zarandeado desde todos los acimuts, ha sido capaz de encontrar en sí mismo, en el patrimonio acumulado a lo largo de años marcados por la resistencia, la alternativa y la defensa cercana, a ras de tierra, de los derechos del conjunto asalariado, la fórmula para abordar unos cambios necesarios – cambios de personas, cambios de perspectivas –, desde la identidad. No es ese el talante de otros sujetos políticos, mucho más propensos al transformismo o al arrebato. Yo diría que se desprende una lección provechosa para todos de estas jornadas particulares, puesto que, sin ningún hincapié especial en las cajas de resonancia propias de las redes, ha sido el colectivo implicado el protagonista real de una decisión difícil, sin que se haya alzado ninguna voz por encima del diapasón de una normalidad asumida.
Y el tercer buen artículo lo firma José Luis López Bulla, en el blog de aquí al lado, con una llamada a la feminización del sindicato como consigna urgente. Siempre han estado ahí las mujeres, de una forma u otra; pero ahora se necesitan más mujeres en los puestos de dirección, más decisiones trascendentes de mujeres, una aportación colectiva más relevante para acabar con los estigmas que las han relegado históricamente a una situación de subordinación respecto de los subordinados.
Mientras las infantas y las lideresas siguen cantando la palinodia del “yo de esto no sé nada, el que entiende es mi marido”, las mujeres trabajadoras se disponen a tomar cartas decididas en el asunto para hacer valer erga omnes sus derechos, y su forma de entender la vida, y la conciliación de las tareas laborales y familiares; para que, con ellas, todos juntos demos un salto adelante en lo relativo a la condición y a la dignidad del trabajo.
Las mujeres en el sindicato son aún un capítulo abierto, una asignatura pendiente, la idea de una recomposición necesaria para definir sin complejos un cambio radical de estrategia. Porque sin ellas, la lucha por la igualdad de todas/os no se sostiene.