jueves, 30 de marzo de 2017

REFERÉNDUM Y/O SOLUCIONES PARA CATALUNYA


Nos llegan a un tiempo el último sondeo del CEO (Centre d’Estudis d’Opinió) y el dictamen del Tribunal de Cuentas sobre los costos del AVE a Francia. El CEO confirma la preferencia amplia de la opinión catalana por un referéndum “pactado o no” (50,3%) o bien “pactado inexcusablemente” (23,3%), lo que indica que tres cuartas partes del país desean votar acerca de una eventual independencia (solo el 44,3% votaría “Sí”, según la misma muestra). El Tribunal de Cuentas, por su parte, constata que se han pagado 133 millones de euros de forma irregular, por presuntos trabajos en la línea ferroviaria de alta velocidad – con énfasis particular en la macroestación de la Sagrera, en Barcelona –, sin justificación ni acreditación de ningún tipo.
Son dos datos a los que conviene añadir otros dos, también muy recientes. De un lado Mariano Rajoy ha ofertado “a Catalunya” (ojo a las comillas) 4.200 millones de euros en infraestructuras, a lo largo de la actual legislatura. De otro, Artur Mas ha declarado a la comisión parlamentaria de control que él nunca ha dicho que la financiación de su viejo partido, Convergència Democràtica, haya sido “impoluta”, cito textualmente el término que ha empleado.
Saquemos conclusiones provisionales de los cuatro datos puestos sobre la mesa.
Una, la cuestión de la independencia catalana sigue plantada entre ceja y ceja del electorado. Ha habido una leve oscilación a la baja del soberanismo, pero sigue siendo un hecho muy mayoritario el deseo de los catalanes de contarnos, para saber adónde vamos, con quién y de qué forma. La idea del referéndum (legal y decisorio) es una forma razonable de contrarrestar esa idea absurda tan extendida de “lleguemos primero a la independencia por la brava, y luego ya veremos qué es lo que hay allí y decidiremos en consecuencia, democráticamente.” Importa no demonizar la idea del referéndum cuando de una parte y de otra se están haciendo esfuerzos ímprobos por tapar con cortinas de humo las consecuencias concretas de las decisiones políticas que unos y otros proponen.
Dos, la oferta de Rajoy tiende a sustituir en el imaginario colectivo de Catalunya ciento y pico de soberanías volando por el pájaro en mano de una financiación a tocateja. En una palabra, menos esencialismos y más corredor mediterráneo. Pero quedan aún en ese esquema muchos flecos por discutir, para que la oferta sea realmente operativa. Supongamos que el dinero para las obras pertinentes se pone en manos de las mismas empresas que se han olvidado ya de justificar el uso de 133 millones. Supongamos que una de tales empresas es la que regenta don Florentino Pérez. Supongamos que el destino final de los 4,2 miles de millones se resuelve en la penumbra del palco del Bernabeu y en presencia de la abogada del estado doña Marta Silva, como ha denunciado el futbolista Gerard Piqué disfrazado para la ocasión de timbaler del Bruc. Lo que se ofrece a cambio de la primogenitura podría ser un simple plato de lentejas averiadas.
Tres, alternativamente la oferta de Rajoy podría ser un guiño disimulado a las fuerzas nacionalistas mayoritarias en Catalunya, para que pacifiquen el  gallinero y atiendan subsidiariamente a reforzarse de cara a próximas contiendas electorales con una fuente extraordinaria de financiación “no impoluta”. El dinero no iría tanto a las infraestructuras de Catalunya como al mejor entendimiento entre el gobierno del PP y el “gobierno actual de Catalunya” (recupero aquí las comillas de más arriba; no es lo mismo el país que su gobierno coyuntural), para evitar males mayores en un futuro marcado por la emergencia de fuerzas tal vez poco gobernables. En términos de atletismo, lo que Rajoy puede estar insinuando es que estaría dispuesto, como lo está haciendo ya en Murcia, a patrocinar abiertamente una carrera de relevos cuatro por cien (4%).