domingo, 10 de octubre de 2021

IR DE AMARILLO



Tumbas de María de Borgoña y su padre Carlos el Temerario, en la iglesia de Notre-Dame de Brujas. El duque Carlos fue un cabrón, su hija dejó fama de ángel celestial, pero uno nunca puede fiarse de la propaganda política, y de todos modos murió a consecuencia de una caída de caballo, a los 25 años de edad.

 

Me tiene fastidiado un resfriado nasal fortísimo; no paro de moquear, imposible hilar dos ideas para el blog, y ni siquiera me queda el consuelo de la lectura, porque los ojos me lagrimean, la atención sostenida me da dolor de cabeza, y no puedo abusar mucho del paracetamol.

He recurrido a alimentar mi paciencia hojeando despacito mis blocs de notas. He encontrado allí cosas divertidas, que en el caso de que mi condición fuera mejor, darían seguramente para algún texto largo y tendido.

Este, por ejemplo, es una anécdota sacada de Johan Huzinga, “El otoño de la Edad Media”. Su cita procede de las Mémoires de Messire Olivier de la Marche, publicadas póstumas en 1562 pero que abarcan los años 1435 a 1492, época en que La Marche fue chambelán de los duques de Borgoña, Felipe el Bueno primero, y después Carlos el Temerario. Precisamente en 1492 falleció la hija única de Carlos, María de Borgoña, casada con el emperador Maximiliano.

Nada de ello viene a cuento con la nota que transcribo. Copio de Huizinga:

«El amarillo significaba ya entonces la hostilidad. Enrique de Wurttemberg pasa por delante del duque de Borgoña con un séquito vestido todo de amarillo; et fut le duc adverty que c’estoit contre luy» (y quedó el duque advertido de que aquello iba contra él).

Asombroso quizás, pero no tan distinto de los usos de ahora mismo, cuando estamos en trance de ver la Ley de la Vivienda declarada formalmente inconstitucional antes incluso de estar redactada. Así en crudo, sin ceremonias. Hoy no hace falta un color determinado de los ropajes para hacer patente la hostilidad furibunda.