jueves, 14 de octubre de 2021

NO DARÉ MÁS LA LATA

 


Una idea para mejorar el urbanismo barcelonés. La calle Eolo (Aiolou) está en el centro de Atenas. En este tramo, apenas a cien metros se encuentra el Mercado Central, y a unos doscientos, el Ayuntamiento. Si se sigue la calle hacia la derecha (en la foto), después de cruzar Ermou junto a la plaza Monastiraki, va a desembocar delante de la Torre de los Vientos del Ágora romana, y frente a la Acrópolis. La calle es peatonal. El pavimento es de mármol, y no sé explicar la razón de que de vez en cuando se hayan insertado esas piezas con dibujos geométricos.


El Cercle d’Economia nos ha dado un serio aviso a los inconscientes que vivimos, como las vírgenes locas de la parábola, sin repuesto de aceite en las lámparas, al explicarnos que en Cataluña y en Barcelona estamos rodando por la pendiente de la irrelevancia absoluta. Algo hay que hacer ante esa situación, y lo que sugiere el Cercle es, de un lado, el vargasllosiano “votar bien”, y de otro conseguir más recursos del Estado para la imponderable iniciativa privada, como al parecer ocurre, sin ir más lejos, en Rotterdam, París, Milán o Lisboa.

De forma simultánea, aunque en modo alguno sincronizada con la iniciativa anterior, la plataforma de entidades ciudadanas “Barcelona Imparable” nos urge a sacudirnos la modorra y lanzarnos a por la concreción de una Barcelona más rica, próspera y afortunada, por el camino de asaltar la alcaldía y poner a su frente a alguien más digno que su actual moradora.

Ninguna de las dos iniciativas pone sobre la mesa las dificultades reales que se alzan frente a una nueva Gran Bercelona: el modelo económico, la deadline ecológica (hay quien asegura que economía y ecología son “perfectamente compatibles”. Habría que demostrarlo, sin embargo, cuando el remedio que se ofrece son veinte millones más de visitantes al año y un hub aéreo: Hic, Rhodus, hic salta!), la urgente transición a energías limpias, las infraestructuras sociales…, cuestiones que se hace desaparecer como el conejo en la chistera.

La chistera. De chiste va la cosa, cuando se proponen soluciones que nunca van dirigidas a la inversión pública, y donde siempre asoma la oreja el negocio privado.

Lo digo por última vez, Ada Colau (y todo su equipo municipal, que no son amiguetes paniaguados sino profesionales solventes), Ada Colau digo, es un seguro de vida para los/las barceloneses/as.

No daré más la lata con este tema, mis capacidades de credibilidad mediática no dan para más.

Olvídenme, eso sí, cuando se hayan apuntado al acoso y derribo de Colau y vean lo que había detrás. Yo ya tengo una edad (véase foto de abajo) y estoy curado de espantos. Hay, en el perímetro de la izquierda instalada, personas que piensan que tienen más razón porque sus argumentos coinciden con los del Cercle d’Economia. Avante, pues. Los posibles matices ya los discutirán más tarde.

 


Mi cara de sorpresa después de soplar con éxito las candelas de mi setenta y siete cumpleaños, el pasado 18 de septiembre. Hora de ir pensando ya en la retirada de determinados debates. (No omitan una mirada curiosa a la base que sostiene las candelas: es un tiramisú, pero mi hija Albertina, que borda el dulce, añadió pistachos de Egina a la crema en lugar del habitual chocolate en polvo.)