Carlos Vallejo (izq.), junto a Jordi
Rabassa, concejal de Memoria Democrática del Ayuntamiento de Barcelona, y dos
sobrinas de Antonio Ruiz Villalba, obrero muerto a tiros por la policía en el
desalojo de la fábrica SEAT el 18.10.1971. La imagen corresponde a la inauguración de una placa
conmemorativa de tales hechos. Obsérvese la modestia del acto y la ausencia clamorosa de autoridades, así centrales como autonómicas. (Foto compartida del muro de FB de Vallejo.)
Una de las razones de que
nos esté pasando lo que nos está pasando, es que en este país, seguramente como
consecuencia de la revolución pasiva (tomo el término de Antonio Gramsci) que
vivimos durante la Transición a la democracia, se ha dado un fenómeno peculiar que ha consistido, no tanto en la pérdida de la memoria histórica, como en su
suplantación.
Entonces, tenemos un
problema con el fascismo. Lo expreso con palabras muy recientes de Antonio
Baylos en su blog: «Desde la polarización
del pensamiento conservador en torno al Partido Popular, tras la desaparición
de UCD, el fascismo se contempla como un fenómeno histórico situado siempre
fuera de nuestras fronteras – en Alemania o en Italia – pero nunca se relaciona
con la dictadura de Franco y el fuerte componente autoritario y violento que la
sostuvo.» (1)
Según una corriente de
pensamiento conservador, entonces, nunca tuvimos fascismo aquí; tan solo un
régimen severamente paternalista y autoritario.
No hay en este caso concreto
desmemoria histórica, sino suplantación consciente de la memoria real, como si
(en esto del “como si” somos probablemente líderes mundiales), al cambiar el
nombre de las cosas tal como fueron, cambiáramos también su naturaleza
intrínseca.
El actual secretario de
Estado de Seguridad, Rafael Pérez Ruiz (magistrado, nacido en 1981, en el cargo
desde 2020), ha dicho el pasado 27 de septiembre sobre la sede central de la
policía de Barcelona, el ominoso edificio de Vía Layetana por delante del cual
evitamos pasar muchos antifranquistas veteranos, y preferimos dar un rodeo
antes que cruzar por delante de su puerta: «Ha
sido símbolo de servicio público desde el que varias generaciones de policías
han contribuido y siguen contribuyendo a fortalecer la democracia en nuestro
país.»
Eso no es perder la
memoria, es un birlibirloque que la sustituye por otra, falsificada. Los cuerpos
represivos del franquismo siguieron su trantrán habitual con el advenimiento de
la democracia, conservaron su puesto en el escalafón, siguieron desempeñando
sus funciones sin que nadie les exigiera cuentas del pasado reciente, cobraron
los trienios y quinquenios preceptivos, fueron condecorados y homenajeados en
democracia “como si” la etapa anterior no hubiera existido nunca y el fascismo
fuera algo lamentable, desde luego, pero ajeno a nosotros. Hoy estos
funcionarios del Estado, eméritos en su mayoría, son un caladero consistente de votos de Vox, formación que, por supuesto, tampoco es fascista ni parafascista, no
vayamos a confundir.
Esa es la “memoria histórica”
realmente existente en el pensamiento de la derecha española, que sigue
negándose de forma empecinada a cualquier modificación en su percepción de las
cosas. Carlos Vallejo Calderón, trabajador de SEAT detenido y torturado largamente
en los sótanos de Vía Layetana hace ahora cincuenta años, ha comentado de este
modo las palabras del señor Pérez Ruiz: «Han
herido en lo más profundo a los que, como en mi caso, fuimos torturados durante
veinte días en estas dependencias, precisamente por luchar por la democracia y
contra la Dictadura.»
( (1) Ver https://baylos.blogspot.com/2021/10/antifascismo-sindicatos-reformas.html,
17.10.2021. Conviene leer la entrada entera, y a ser posible con calma.