Capitel de la ermita de Santa
Cecilia, en Aguilar de Campoo, que representa la matanza de los Inocentes.
Observen que el rey Herodes está mirando hacia otro lado, con aire de no tener
ninguna relación con la fechoría.
La vida sigue a su
bola, con más o menos sobresaltos. A Carmen y a mí nos pusieron ayer la primera
dosis de la vacuna de la cosa y justo entonces nos dimos cuenta de que todo
acaba por llegar en este mundo y las esperanzas perdidas son hojas ay
desprendidas, etcétera.
Hoy tenemos los dos
el brazo izquierdo algo dolorido. No nos importa porque es el signo palpable de
nuestra inmunidad duramente conquistada. Carmen está incluso más tranquila con
su dolor, porque ayer lo tenía localizado en el brazo derecho, justo el que no
llevaba vacuna, y aquello hizo que le saltaran todas las alarmas: algo le iba
raro por dentro. La buena ubicación hoy del síntoma en el lugar correspondiente
al pinchazo, ha dejado entonces las cosas en su sitio. Podemos pasar al
siguiente punto del orden del día.
En la política
catalana, pasó sin pena ni gloria la posibilidad de un Gran Pacto Milagroso de
Sant Jordi, que renovara e iluminara íntimamente la Declaración Unilateral de
Independencia (DUI) haciéndola visible a los gentiles; y ahora las partes
contratantes compiten contra el reloj (a contraló, como nos transmitía Perico
Delgado en aquellos años en que seguíamos el Tour televisado en directo) por el
pactito y el hortet, en la cárcel de Lledoners. No va a ser un acuerdo ni grande ni milagroso,
a lo que parece, pero esta gente de la política nostrada se conforma con muy poco (el reparto de los altos cargos,
los emolumentos, y pare usted el carro que más lejos no llegamos). El parto de
los montes, en la época clásica, resultó ser un minúsculo ratoncillo de campo. La
historia se repite, en eso va a quedar aquella grandiosa declaración de independencia.
(Dijo Carlos Marx que las tragedias de la historia tienden a repetirse en clave
de farsa.)
También ha habido
una repetición sospechosa en clave de farsa con el envío de balas por correo de
la campaña electoral madrileña. Las primeras balas se enviaron a tres
personalidades de la línea gubernamental-institucional. Ahora aparecen nuevos
envíos de bala para otras personas relevantes de una gran amplitud de espectro,
lo cual sugiere, o bien que el mensaje, emitido por un único remitente, es
multilateral, o bien que los remitentes han sido varios y están intentando
crear entre todos una cortina de humo de pólvora que disimule la intención de
los primeros envíos.
Las recientes balas
ensobradas serían entonces, en la acepción figurada del término en el
Diccionario de la RAE, balas de fogueo; una manera de jugar al despiste. Un
ejercicio aparentemente inofensivo.
Aparentemente.