El número 21 de la
revista digital Pasos a la izquierda salió a la nube en los últimos días del
mes pasado. Un bloguero amigo me arrebató en su momento el scoop (1), de modo que me dediqué para mi propio provecho a leer cuidadosamente
los contenidos: entrábamos en la semana llamada santa, tiempo tradicionalmente
dedicado a la lectura. Yo había anticipado en su momento una reflexión
particular sobre el único texto de la revista en el que tuve una participación directa,
como traductor: un análisis sobre la participación sindical en la victoria
electoral de Joe Biden, que sugería la existencia de cambios trascendentes en
la composición de género y de oficio en las militancias sindicales más
aguerridas (2).
Ofrece un gran
interés en el último número de “Pasos” el ramillete de artículos de autores “clásicos”
con los que se presenta el estado de la cuestión sobre los tiempos del trabajo,
que no es exactamente lo mismo que los horarios de trabajo. Pero elijo en
cambio para el comentario de hoy el artículo de Nadia Urbinati, amorosamente
traducido por Javier Aristu, sobre el campo ideológico de la izquierda (3).
Baso mi elección en
una razón particular: no estoy del todo de acuerdo con lo que dice el artículo,
pero me parece un instrumento idóneo para abrir un debate amplio sobre la
izquierda, sobre el significado actual de este término, sobre cómo se comporta
en la realidad y cómo debería actuar en cambio un movimiento político radicado
en la izquierda.
No me propongo
hacer un comentario extenso; anoto simplemente unas cuantas frases que el
lector encontrará en el texto, y ahí las dejo. Son frases, advierto, de un gran
peso específico. Obligan a pelear con ellas, son difíciles de descartar o de
dejar olvidadas en un rincón.
1. «La ideología ya
no une ni divide.» Lo que introduce un corolario crítico sobre el
funcionamiento actual de la democracia de los partidos: «Lo que vincula hoy a
representantes y representados es solo el momento del voto.»
2. «La izquierda no
puede desempeñar solo el trabajo de gestión de las instituciones. No puede
cultivar solo la carrera electoral. Debe ser capaz de organizar la participación.» (La cursiva es mía.)
3. «El destino de
la izquierda y el destino de la política van juntos.»
4. «El campo
ideológico de la izquierda debe mantener unidos conflicto e institucionalización.»
(De nuevo las cursivas son mías.)
5. «El alma de la ideología
de la izquierda no es por tanto la igualdad como identidad, sino una forma de
desigualdad controlada capaz de generar relaciones sociales y políticas basadas
en la libertad de la ciudadanía.»
Respecto del último
punto, me recuerda poderosamente los argumentos de Bruno Trentin al analizar
las dos banderas de la libertad y la igualdad esgrimidas en la Revolución
francesa. Concluía Trentin sobre el tema que la libertad viene primero (y en
consecuencia es antes, según la “doctrina Venancio”), y la igualdad no es, como
tal, un objetivo final para la izquierda, sino un punto de partida: no es
deseable una igualdad de resultados independientemente de los méritos de cada
cual; sino, más bien, una igualdad de oportunidades, la colocación honesta de
todos los competidores en situación de igualdad en la parrilla de salida, en
una carrera que debe desarrollarse con entera libertad para cada participante,
en el seno de una sociedad muy compleja y fragmentada.
Lo que redunda en la
idea de fondo de Urbinati, de que la tarea central de una política de izquierda
en la sociedad democrática sería la de organizar de forma adecuada la
participación de todos (una participación "conflictiva", no meramente de apoyo a la gestión), respetando la libertad de cada cual.
(1) http://«lopezbulla.blogspot.com/2021/03/son-las-cosas-del-comer.html
(2) https://vamosapollas.blogspot.com/2021/01/el-voto-de-las-mujeres-trabajadoras.html
(3) https://pasosalaizquierda.com/el-campo-ideologico-de-la-izquierda/