Le temps d’apprendre à vivre il
est déjà trop tard…
Louis ARAGON, ‘Il n’ya pas d’amour
heureux’
Encontré la
bellísima imagen que preside este post en el muro de mi amiga de facebook (el
menor de sus muchos méritos), Pilar Hidalgo.
Se trata de una
obra de Truman Adams, artista “de calle” (street
art), como la misma Pilar me aclaró. Ella acompañaba la imagen con la
pregunta de si es posible captar por entero lo que piensa una mujer, y concluía
que se trata de una tarea imposible. Lo es, en el sentido de que el pensamiento
y los sentimientos son, por naturaleza, libres e incodificables. No hay
algoritmo capaz de domesticarlos.
Ya es casualidad,
pero a los pocos días me puse a leer la última novela de Kazuo Ishiguro, Klara y el sol (Anagrama 2021, traducción
de Mauricio Bach). Ishiguro es uno de mis autores vivos preferidos; no porque le
hayan dado el Nobel, cuestión que es completamente aleatoria, a quien le toca
le toca. Sino por la sutileza de sus tramas y de sus indagaciones siempre
indirectas, siempre oblicuas y ─también de algún modo─ imposibles de clasificar
y catalogar.
Esto es lo que encontré
en la página 242. Omito referencias más concretas sobre quiénes son los personajes
que dialogan, y qué están discutiendo; no es mi intención hacer un spoiler. Es solo que al leerlo se me impuso
la imagen que ven ahí arriba; no podía haber mejor ilustración al tema.
« ─Tendrás que descifrar su corazón, aprender todo de
él…
─El corazón del que me habla puede ser como una casa
con muchas habitaciones. Aun así, con tiempo, llegaré a recorrer cada una de
esas habitaciones y las estudiaré meticulosamente una por una hasta
convertirlas en mi propia casa.
─Pero imagina que entras en una de esas habitaciones
y descubres que dentro de ella hay otra. Y dentro de esa nueva habitación, otra
más. Habitaciones dentro de habitaciones dentro de habitaciones. Por mucho que
te pasees por esas habitaciones, ¿no habrá siempre otras a las que no has
podido acceder todavía? »
Asocio la imagen y
el texto a ese poema de Aragon que conocemos en la voz cálida de Georges
Brassens, y que dice que la naturaleza no nos concede el tiempo suficiente para
aprender a vivir.
Hoy el día está
tristón y desapacible, y yo también. Recito para mí mismo: «Dites ces mots ‘ma vie’, et retenez vos larmes…»