Disparamos cientos
de fotos. La sensación de no llegar a abarcar de forma cabal lo que tienes
delante te hormiguea en el dedo, sacas al albur una instantánea tras otra
pensando que más tarde, cuando consigas reposar un poco las emociones, aquel
caos en movimiento cobrará sentido.
Cosa que no ocurre
nunca. Siempre te queda la misma cara de estupor.
Estas son cinco
fotos, un poco al azar, de nuestra visita a Berlín en la primavera de 2014.
Arriba, el otro lado de Babilonia: Pérgamo en el Museo de Pérgamo. Una vista
parcial, claro; la grandiosidad del conjunto no se dejaba abarcar en nuestra
humilde cámara para turistas.
Aquí, jugábamos al
escondite en las entrañas del Monumento al Holocausto, junto a la Puerta de
Brandemburgo: un bosque de bloques anónimos, todos aparentemente iguales, todos
diferentes sin embargo, que crecen hasta desbordar la línea del horizonte y
enterrar al visitante en un subsuelo muy particular.
Y finalmente, como
guinda definitiva del pavo, el Bar Raval. También Barcelona en Berlín, de
alguna forma.