Viñeta de El Roto publicada en
El País el 30.3.2002 (colección particular).
No salgo de mi
asombro al leer en El País de hoy un artículo firmado por Margot Molina en el
que Raquel Revuelta, directora de una casa de modas, señala novedosas
tendencias para las señoras abonadas al vestido negro por debajo de las
rodillas, los zapatos de tacón y la mantilla sostenida por una peineta, adminículos
indispensables para cumplir como Dios manda con las exigencias sociales de las clases afluentes, dando
lustre a los oficios religiosos y las procesiones en los que abunda nuestra
Semana Santa de toda la vida. El scoop sobre
la nueva moda sacra coincide en el tiempo con la aparición masiva de jóvenes
franceses de ambos sexos dispuestos a revitalizar el ancestral botellón en las sacras
celebraciones nocturnas de Malasaña y otros lugares tradicionales del viejo Madrid.
Renovarse o morir.
No todo van a ser cirios pascuales, capas pluviales y flectamus genua en estas acendradas
jornadas tan nuestras. Aun recuerdo los tiempos en los que nos dábamos grandes
golpes de pecho mientras veíamos al dictador, flanqueado por el gobernador
militar y el cardenal primado, pasar bajo palio vestido de gala camino de la
catedral copiosamente iluminada por el Monumento eucarístico emplazado en la
capilla del Santísimo.
Los tiempos han
cambiado, venturosamente, y ahora la expectación popular se dirige más bien
hacia los 65.000 contenedores que van a ser descargados en nuestros puertos
después de verse bloqueados durante seis eternos días en su tránsito marítimo desde
la próvida China, debido a un inesperado cuello de botella ocurrido en un callejón
trasero egipcio. Veremos llegar por fin de forma masiva la telefonía 5G, ahora
ya imparable, aunque tal vez todavía no las vacunas por las que suspiramos.
Paciencia.
En una celebración
absolutamente extraoficial y particular de días tan extraordinarios, Carmen y yo nos permitimos
ayer miércoles una mínima transgresión de otro tipo y nos desplazamos, por
breves horas y con todas las precauciones preceptivas, a un lugar innominado relativamente
próximo a la isla de Bali, donde ella (yo no) tomó el primer contacto anual con
las aguas salvíficas de la mer, la mer,
toujours recommencée.
De lo cual dejo
constancia gráfica.
Carmen y el mar.