Instalaciones de Tivitré en
Sant Joan Despí, oscuro objeto del deseo de dos socios conjurados y mal
avenidos.
No pudo ser.
Finalmente, el Sumo Pontífice de Waterloo negó el placet al joven catecúmeno que ejercía de postulante. El trámite engorroso
de la investidura del nuevo govern queda
aplazado hasta el 29 de mayo si hubiere mientras tanto fumata blanca, y en caso
contrario hasta que los augures concernidos designen una nueva fecha para que
la plebe se pronuncie.
La túnica sagrada
ha sufrido un nuevo desgarrón. Irremediable, añado, ya que, por definición o
por convención, se trata de una túnica sin costura.
Era un caso
bastante claro de la fórmula antiquísima: «Al Carles lo que es del Carles, y a
Oriol lo que es de Oriol». Y sin embargo, ha habido tironeos arrebatados que
han acabado por joder la marrana, que como ha explicado López Bulla en otra
parte, no es ninguna cochina, con perdón.
La punta del
desacuerdo ha sido la CCMA, es decir y hablando en cristiano viejo, la
Corporación Catalana de Mierdas Audiovisuales. En opinión de Esquerra, se trata
de una parafernalia aneja al govern,
y en consecuencia le corresponde por derecho consuetudinario. Para la Curia
legitimista, en cambio, se trata de un pilar infaltable en la arquitectura de
lo que llamaríamos derecho procesal, en el sentido de que rige desde las alturas
el orden y la proporción de los numerosos meandros del procès.
Resulta que hay
distintas concepciones entre los profetas sobre cuál ha de ser el curso tortuoso
del procès y su resultado final.
Tales concepciones son incompatibles entre ellas, por más que los fieles
cierren los ojos a esa realidad y se planteen que todos deben ir a una por el
precipicio abajo, y cuando lleguen al fondo ya habrá tiempo de pelearse entre
ellos.
Alguien pensará por
lo demás, de buena fe, que las Mierdas Audiovisuales no se merecen tanta brega
entre hermanos conjurados. Error. Miren hacia fuera y verán la monomanía de
Boris Johnson con desmontar la BBC y sustituirla por un aparato de propaganda privado, subrayo la palabra. Donald Trump,
en un contexto audiovisual distinto, utilizó como ariete la Fox News, cuando
las demás grandes cadenas, incluida la CNN, se negaron a someterse al mando
incondicional del baranda. Algo similar a lo que había ocurrido hace ya algunos
decenios en Italia, entre la Tivicinque de Berlusconi y la RAI.
Lo que subyace
entonces, en el contencioso entre el Papa de Waterloo y la Curia de Pineda de
Mar (no confundir con la inmarcesible y heroica Pineda de Marx, que es
enteramente otra cosa), es la “privatización” de Tivitré, es decir su transformación
definitiva, del medio público que sobre el papel sigue siendo (de aquel estrato
geológico solo subsisten en la actualidad algunos leves indicios), en medio
privado al servicio de una opción muy determinada de viaje a Ítaca.
El joven Aragonés
creía haber cedido lo bastante al conceder la presidencia del Parlament a la
quinta columna; pero no ha sido suficiente. No es un caso para Waterloo de “o esto o
lo otro”, sino de “esto y lo otro”. El aparato de propaganda, como ya intuyó
Goebbels en un entorno parecido de asalto al poder, es absolutamente esencial
para el éxito de los golpistas. Es lo único capaz de dar visos de realidad a
una ensoñación.
Tampoco fue
Goebbels el inventor original del recurso a la manipulación de la realidad, sino aquel loco de Sevilla del que
nos habla Cervantes en el prólogo a la segunda parte de su Don Quijote. Recuerden su pregunta a quienes le veían soplar con
esfuerzo por un cañuto acoplado en la parte posterior de un perro callejero,
hasta dejarlo inflado como una pelota: «¿Pensará vuestra merced ahora que es
poco trabajo hinchar un perro?»