Ejemplo reciente de libertad detrás de un muro. (Foto, El País)
Las formaciones
independentistas catalanas se comprometieron ayer por escrito a no pactar con
el PSC. Han cavado una trinchera más, y más profunda, en la llanura risueña, la
plana riallera, que cantó el poeta. Cataluña
troceada, Cataluña descuartizada y vendida al peso.
Yo, por mi parte, me
comprometo aquí mismo, solemnemente, a no prestar apoyo nunca y de ningún modo,
ni por acción ni por omisión, a ninguna de las opciones excluyentes que han
firmado semejante engendro. “Mi” Cataluña es otra cosa. “Esto” es una aberración,
no se le puede dar otro nombre.
Hace pocos días
escribía Quim González Muntadas sobre los puentes y las rotondas. Poco han
tardado los cuarteles generales en recoger el aviso: han dinamitado un puente,
e insisten en dar más vueltas a la misma rotonda sin salida. La paranoia de
Waterloo arrastra tras su estela a Esquerra una vez más, en la repetición infinita
de una tragedia como farsa.
No se trata de un
gesto sin consecuencias, de un simple postureo delante de las candilejas. La
afirmación a ultranza de dos Cataluñas irreconciliables parte efectivamente Cataluña
en dos y manda a los Comuns un aviso que es prácticamente un ultimátum al
estilo evangélico: “Quien no está conmigo, está contra mí.”
La trayectoria de
colisión elegida está haciendo pedazos en primer lugar el vehículo fletado en
dirección a Ítaca. Cada vez nacen más escisiones de las escisiones. “Catalans
per la Independència”, el chiringuito que ha promovido el veto al PSC, es una
escisión de la ANC. El único cemento que une a tantos fratticelli movidos por un odio recíproco, son lo que en catalán se
conoce como “tortillas soñadas”, imposibilidades, ilusiones evanescentes.
No es posible ser
libre detrás de un muro, lo dice El Roto hoy en El País. Levantar un muro para
proteger la libertad propia es un contrasentido. La soledad no es libertad nunca,
son conceptos antagónicos. La soledad ─voluntaria o no─ es estrictamente individual
por su naturaleza misma; en cambio la libertad requiere compañía, nunca es una
virtud individual porque, como señaló Rosa Luxemburgo, la única libertad que tiene
importancia es la de quienes no piensan como yo.
El aislamiento
voluntario no es expresión de libertad, sino de miedo.