Viñeta de El Roto en El País,
9.1.2021
La blanda Filomena,
casi como dolida
y a compasión movida,
dulcemente responde al son lloroso.
GARCILASO DE LA VEGA, Égloga primera
Se acumulan las
catástrofes en la embanderada capital de España: la borrasca Filomena, muy distinta del “blando”
ruiseñor que se compadecía de las penas de Salicio, arrasa un territorio
castigado ya de antes por la pandemia y por Díaz Ayuso, por la parada de los
Monsters en la plaza de Colón y por los alardes caceroleros de Núñez de Balboa.
No hay sorpresas: 1)
en efecto, se constata que la nueva catástrofe no había sido prevista por el
gobierno socialcomunista, como habría sido su segunda obligación (la primera
era dimitir); 2) en consecuencia no ha habido tiempo material para privatizar
las infraestructuras necesarias y repartirlas entre los amigos fieles, los
fondos buitre y la FAES, que constituyen el trípode que sostiene la clave de
bóveda de un modelo de éxito.
Il neige dans mon coeur comme il neige sur la ville,
podría haber
cantado Paul Verlaine, ese mindundi. Las nuevas infraestructuras no están operativas
porque los accesos han quedado bloqueados por un metro de nieve. No importa
mucho, porque tampoco estaban operativas antes de la nevada. Eran
infraestructuras apresuradamente confeccionadas para las telenoticias de la
noche. A nadie se le ocurrió que tuvieran que servir para algo más.
Finalmente, lo que
resulta es lo que apunta El Roto en su mono de hoy: el capitán del barco era el
principal accionista del iceberg.
Y esa es también
una puerta giratoria para los negocios tal y como hoy se entienden: lo que se
deja de ganar por un lado, se compensa por el otro. Los ganadores siempre
son los mismos; los perdedores, también.