Vittore Carpaccio, ‘Visión de
San Agustín’, 1502 (Venecia, Scuola San Giorgio degli Schiavoni)
Primer tiempo, Andante.-
Bessarion
Leído en el muro de
facebook de Erika Bornay (4.1.2021).
«Los libros contienen las palabras de los sabios, los
ejemplos de los antiguos, las costumbres, las leyes y la religión. Viven,
discurren, hablan con nosotros, aleccionan y consuelan, hacen que nos sean
presentes, poniéndonoslas ante los ojos, cosas remotísimas de nuestra memoria.
Tan grande es su dignidad, su majestad y en definitiva su santidad, que si no
existieran los libros seríamos todos rudos e ignorantes, sin ningún recuerdo
del pasado, sin ningún ejemplo. No tendríamos ningún conocimiento de las cosas
humanas y divinas; la misma urna que acoge los cuerpos, cancelaría también la
memora de los hombres.» (Carta del cardenal Bessarion al Dux Cristoforo Moro
acompañando el legado de su importante biblioteca a la ciudad de Venecia, 1468.)
Basilio Bessarion (Trebisonda 1403-Ravenna
1472) defendió como arzobispo de Nicea, en los concilios de Basilea, Ferrara y
Florencia, la unión de las iglesias de Occidente y Oriente. Después del fracaso
de la iniciativa, se quedó en Italia. Fue nombrado cardenal y arzobispo
administrador de Pamplona por Eugenio IV, y a punto estuvo de suceder a este en
el papado; le faltaron dos votos. Legó sus libros, más de 800 volúmenes, a la
ciudad de Venecia, que los conserva en la Biblioteca Nacional Marciana, en un
costado de la plaza de San Marcos, frente a la basílica.
Segundo tiempo,
Allegro.- La Scuola de Carpaccio
De una carta a mi
hermano Juan (23.9.2003):
«)Sabes que fuimos Carmen y yo
tres veces, en tres viajes distintos a Venecia, a ver los Carpaccios de la
Scuola de San Giorgio degli Schiavoni, la tercera de ellas en día y horario
hábiles, sin que nos abrieran las puertas? Ese tercer día había una cena de no
sé qué gremio, y nos quejamos al portero, un fraile. Mañana podrán entrar,
dijo. Al día siguiente estábamos otra vez allí. Aquello fue un lujo
inolvidable. Tengo en mi despacho la Visión de San Agustín, partida en dos; es
que, como no tenían en ninguna parte la pintura entera, compramos dos
reproducciones, la parte de la derecha con el santo y la parte de la izquierda
con los libros y el perrito blanco mirando como si supiera lo que está
sucediendo. Carmen me hizo un montaje sobre dos tablas. Y ese fulano va y saca
la pintura en el libro.»
En septiembre de 2003 mi hermano estaba
enfermo de un cáncer que había ido creciendo ignorado durante muchos años, pero
del que, dada la gran fortaleza física que tenía, confiábamos aún en controlar
las metástasis. Recluido en su casa de Sevilla, se distraía manteniendo con sus
hermanos (José María, el pequeño, y yo, el mayor) una correspondencia electrónica
diaria sobre toda clase de asuntos, desde la arquitectura (él era arquitecto)
hasta el fútbol. Llevábamos hablando desde hacía días de un libro de Vikram
Seth, “Una música constante”. En ese libro se habla muy incidentalmente de las
pinturas de Carpaccio en la Scuola di San Giorgio. En una carta, Juan se
extrañaba de haber visto reproducciones de la escena que aparece arriba como
‘San Jerónimo en su estudio’ y alternativamente como ‘Visión de San Agustín’.
Tercer tiempo, Tourbillon.-
Seth, Bessarion, Carpaccio, H.I. Roberts, Pallucchini, San Agustín, la luz de
San Jerónimo, un perrito y una comadreja.
Del mismo al mismo (5.10.2003)
«Ahora, como coletazo de
nuestra correspondencia en torno a Seth y Carpaccio, me dispongo a tirarme un
pegote monumental. Atiende.
La "Visione di
Sant'Agostino" se llamó hasta hace nada "San Gerolamo nello
studio", y así consta en el volumen de Skira que te dispones a saborear, y
que fue impreso en 1958. La razón parecía evidente: la pintura formaba parte de
un ciclo de pinturas dedicado a San Jerónimo. Ah, pero tan solo un año después
de la publicación del libro, en 1959, H. I. Roberts publicaba una obra en la
que sostenía que el santo pintado era San Agustín. El punto de partida era
iconográfico: )por
qué la imagen del santo no se correspondía en este fresco con la de los
restantes en que aparecía? La respuesta tradicional había sido: porque aquí
Carpaccio retrató al cardenal Bessarion, protector de la Scuola di San Giorgio
(eso parece demostrado porque el sello del cardenal y las borlas aparecen en el
suelo, a la derecha, entre los dos libros de música abiertos). )Pero
por qué en esta escena Jerónimo sí es Bessarion, y en las otras no?, se dijo
Roberts. Y sacó de la chistera su descubrimiento: Carpaccio utilizó una leyenda
conocida en Venecia a partir de una biografía de San Jerónimo publicada en
1485. Dice la tal leyenda que San Agustín estaba escribiendo a su amigote San
Jerónimo una carta, cuando su ventana se inundó de una luz sobrenatural y
escuchó la voz de Jerónimo que le informaba de su propia muerte y su ascenso a los
cielos. La tesis de Roberts fue aceptada generalmente a partir de un estudio de
R. Pallucchini (I teleri del Carpaccio in San Giorgio degli Schiavoni, 1961):
"Una luce violenta entra dalle finestre, illuminando intensamente
l'ambiente e creando coni d'ombra sul pavimento. È la luce soprannaturale che
accompagna il miracolo della voce di San Gerolamo che giunge a Sant'Agostino.
Solo questa interpretazione permette di comprendere il movente di quel gesto a
mezz' aria del Santo al suo tavolo di lavoro e nello stesso tempo di renderci
conto dell'intensità della luce abbagliante, che dà all'ambiente un'evidenza
quasi metafisica". O sea, Agustín se ha quedao pasmao porque
"oye" la voz, y Jerónimo "está" de protagonista en la
escena en forma de luz cegadora, aunque a bote pronto no nos hayamos dado
cuenta. Bonito, )no?
Todos estos datos vienen en
el "Carpaccio" de los Classici dell'Arte Rizzoli, en el que por si
fuera poco hay también una reproducción del boceto del British Museum en el que
en lugar del perrito aparece pintada una comadreja, como también dice Seth en
su libro.»
El boceto con la comadreja.