lunes, 4 de enero de 2021

LA NORMALIDAD ES PROBLEMÁTICA

 


El Doctor Pangloss explica a Cándido la sublime armonía del mundo. Ilustración del ‘Cándido’ de Voltaire.

 

Se pone mucho el acento en la vuelta a la normalidad, como si la normalidad fuese a liquidar los problemas y disolver las contradicciones presentes; pero no es así. La emergencia que ha sobrevenido de forma inesperada, la pandemia global, ha modificado nuestro punto de vista sobre el conjunto, afilado las perspectivas e invertido las prioridades. De modo que, contradiciendo a don Venancio Sacristán, precisamente lo “último”, la emergencia recién aparecida, ha pasado obligadamente “antes” que los eternos deberes por hacer. Como nos decían en los cursillos de marxismo de mi primera militancia, la contradicción secundaria se ha colocado bonitamente y sin ser convocada por delante de la contradicción principal.

La vuelta trabajosa a la normalidad va a recolocar sobre la mesa los problemas que ya veníamos arrastrando, más la necesidad de prevenir de forma adecuada (es decir, mediante una sanidad pública, universal y gratuita mucho más robusta) posteriores rebrotes y mutaciones malignas de un virus persistente y difícil de erradicar. Las vergonzosas cifras de inversión en I + D señalan un agujero tenebroso en los cálculos del país para el futuro. Muerto el perro no se acabó la rabia, esas son ilusiones de gente educada en la firme creencia de que después de la tempestad viene la calma, y con la calma nos son devueltas todas las bendiciones del cielo.

Una vez sentado el principio antedicho, me apresuro a saludar con entusiasmo la propuesta de Isidor Boix, que me llega esta misma mañana, de trabajar políticamente no solo desde el optimismo de la voluntad, cosa que siempre hemos tenido por costumbre, sino además, y contradiciendo a nuestros clásicos, también desde el optimismo de la inteligencia.

Tal como lo formula Isidor (1), hay buenos motivos para atacar los problemas de la pobreza, la precariedad y la desigualdad con el ánimo decidido que se expresa en el eslogan «Sí se puede». Entonces, la resignación no es de rigor. Como lo dejó escrito Bertolt Brecht, nosotros no predicamos la conformidad, sino el inconformismo; no la paciencia, sino la impaciencia.

El optimismo de la inteligencia no consiste en creer en la existencia de soluciones milagrosas. Es un pensamiento optimista mucho más complejo, que supone evaluar de forma adecuada los problemas, prever las posibles soluciones, considerar con atención los distintos escenarios posibles, incluidos los más desfavorables, y poner a punto una estrategia eficaz para afrontarlos.

En cualquier caso, el optimismo de la inteligencia no se parece en lo más mínimo a la creencia del Doctor Pangloss de que vivimos en el mejor de los mundos posibles; sino a la conciencia firme de que los numerosos problemas que afrontamos tienen soluciones que no quedan fuera de nuestro alcance.

(1) https://isidorboix.wordpress.com/.../por-el-optimismo-de.../