Los acontecimientos
vertiginosos de los dos últimos días han venido a demostrar de forma fehaciente
que todos los políticos son iguales… a sí mismos.
Quedará en el
secreto del sumario la muy verosímil conexión Ábalos-Arrimadas para fabricar una
moción de censura en Murcia, donde las mesnadas de Cs se sentían ninguneadas y
molestas por los modos prepotentes de López Miras. La iniciativa cuadra tanto
con el currículum del inquieto muñidor socialista, activo ya en otra moción de
censura histórica que sí salió bien, como con el de la Bella Harry, a quien algunos inmisericordes han bautizado como la “Montapollos”.
Puesto en el
disparadero, el PP ha reaccionado asimismo con absoluta fidelidad a sus
principios (por llamarlos de alguna manera): ha tirado de tarjeta black y
cargado el coste de la operación en la cuenta de la caja B.
Esto, señores, es realpolitik. No conviene nunca ignorar
que las cosas son como son; es más sano y trae menos disgustos tomarlas en
cuenta. Si en Balaclava la Brigada Ligera decide atacar las baterías rusas mediante
una carga de caballería frontal, el resultado previsible diez contra uno será
que la artillería sufrirá una merma de proyectiles en sus arsenales, y en el
proceso la Brigada se habrá hecho literalmente “polvo, humo, tierra, sombra,
nada”, según dejó escrito don Luis de Góngora a propósito de otra cosa.
La Armada
Brancaleone de Arrimadas no estaba concebida para luchar en ese terreno. Fue
reclutada apresuradamente para rellenar unas listas de conveniencia. No había
en sus filas ni una ideología precisa ni voluntad de representación de
colectivos determinados; sí, en cambio, un indisimulado anhelo por pillar
cacho.
De modo que el
final del trayecto, para tres miembros de dicha lista, está en 70.000 más
chófer. Sus objetivos políticos han quedado satisfechos a plenitud, y sin
rebozo, por esa vía. El PP sabe que el borrón democrático no le va a suponer el
más mínimo coste electoral. Ha marcado una pauta de conducta ad usum de tantos politiquillos de
aluvión: “más vale pájaro en mano que ciento volando.”
La batalla de
Madrid tiene características diferentes, pero sería igualmente aventurado
tratar de conquistar la plaza mediante una emboscada lateral o un recurso al
estilo de los que Harry Potter aprendía en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería.
A todos nos conviene tomar nota de que el primer tamayazo tuvo lugar
precisamente aquí, precisamente así.
La Política con
mayúscula no consiste en eso. Nos llenamos la boca quejándonos de la mala
calidad de nuestra democracia, pero nadie cavila en un modo adecuado de
seleccionar las élites que han de representar dignamente al pueblo soberano en
unas instituciones que están puestas ahí, inocentes de todo enjuague,
justamente con el fin de que el pueblo soberano se vea representado y
empoderado en ellas de un modo efectivo.