¡He cerrado la verja de hierro que guarda la entrada
y he arrojado después al estanque la llave oxidada!
Tomás MORALES, ‘Balada del niño arquero’
Junts ha anunciado
a bombo y platillo su abstención en la segunda sesión de desvestidura prevista
para hoy, pero intuyo que podría haber sorpresas.
Hay un indicio
material, y es la declaración, que recoge esta mañana El País, de que «Junts
exige a ERC unidad de voto en temas soberanistas en el Congreso para investir a
Aragonés». Se trata de una exigencia muy asumible por la segunda parte
contratante, y tiene la doble virtud de significar muy poco, y dejar a salvo el
puntillo de honor por ambas partes.
Hay otro indicio,
no material. Junts no puede seguir indefinidamente con el catenaccio y la
presión uno contra uno, porque los reglamentos no se lo permiten. En el caso de
que torpedee esta segunda sesión y emplace a la contraparte a seguir
negociando, habrá perdido la llave parlamentaria de los acontecimientos, que
empuña Laura Borrás.
De regreso a la
sociedad, se habrá acentuado la parálisis del país, cuestión que a Junts le
importa menos que un bledo; pero ERC sentirá gravitar sobre sus hombros una presión
social creciente, y una urgencia irresistible a buscar salidas viables.
Aragonés es el
único candidato posible para el 52% de la cámara. No se contemplan otras
opciones, y esa situación implica una exigencia social y ciudadana muy
polarizada hacia Esquerra.
Hay dos posibles salidas,
como ustedes saben: la más natural sería que ERC contara con el PSC como socio,
pero esa es la que menos gusta en el cuartel general de la formación y en la
antecámara perfumada de incienso del Cardenal Junqueras.
La otra salida es
el recurso último a los Comuns, dejando que sean estos quienes abran la lata.
Es la apuesta original de Jéssica Albiach, y su recorrido es francamente corto. Illa
pondría condiciones fuertes para prestar un apoyo externo, y Puigdemont las
suyas irrenunciables, y el zafarrancho permanente estaría asegurado. La
convocatoria de nuevas elecciones sería más que probable, pasados seis meses y
un par de millones de vacunaciones.
Me parece dudoso,
de todos modos, que Junts esté dispuesto a correr el riesgo de que ERC se
incline por alguna de las dos salidas. Preferirá mantener el control remoto, dejar
que la CUP se asegure su libra de carne, y asegurar pro
domo sua los favores institucionales que el governet de Aragonés estará más que dispuesto a concederle
graciosamente.
Un ejemplo sublime
de esa generosidad entre los hermanos de sangre conjurados es el recentísimo
acceso de Laura Borrás a la condición de funcionaria del Estado opresor, mediante
una oposición fantasmal a una plaza de la UB abominada por la ordenación
universitaria “de país” realizada en la época del pujolato por Andreu Mas-Collell.
No ha habido convocatoria pública y Laura ha sido la postulante única, porque
era la única informada. Ramón Tremosa ha sido al parecer el muñidor del
entresijo, un ejemplo elocuente de la democracia rigurosa y la transparencia
cristalina de las políticas de nuestros próceres.
Ahora bien, tampoco
es enteramente descartable que Junts eche la doble llave oxidada a la verja de
entrada, y la arroje después al fondo del estanque en sombra. Junts está en
pleno proceso de fuga hacia adelante bajo la divisa del “cuanto peor, mejor”. Los
romanos están locos, decía Asterix desde su buen sentido de aldeano galo
irreductible. Los procesistas están más locos aún.