Io
venni men cosí com’ io morisse;
E
caddi come corpo morto cadde.
DANTE,
Commedia. Inferno, Canto V, 141-42.
Hoy hace 700 años más o menos justos (ha habido por medio
una reforma del calendario) que murió Dante Alighieri en Ravenna, de resultas
de unas fiebres atrapadas al volver de una embajada en Venecia. A su Florencia
natal, no pudo volver nunca debido a una condena a muerte no revocada a pesar de
mil gestiones, llevadas a cabo por él tanto en nombre propio como mediante el
requerimiento de algunos de sus poderosos valedores: el condottiero gibelino
Uguccione della Faggiola, por ejemplo, a quien tal vez Dante aludió en el Canto
I de su poema como el “Veltro” (el Lebrel) que había de dar muerte espantosa a
la Loba (la Violencia) que señoreaba su ciudad. También su esposa, y madre de
sus hijos, Gemma Donati (*), trabajó de forma incansable durante años por su
rehabilitación cívica, sin resultado.
Cayó, pues, Dante en la fecha del día de hoy de 1321, come corpo morto cade, “como cuerpo inanimado” según versión del poeta Ángel Crespo. El poeta utilizó esa expresión precisa en el Canto V de su Inferno, al concluir el relato de su encuentro con Paolo Malatesta y Francesca de Rímini, dos condenados para la eternidad por el pecado de la lujuria. Francesca era hija de Guido da Polenta, amigo de Dante, que la conocía bien. Los dos jóvenes amantes fueron sorprendidos por Gianciotto Malatesta, hermano mayor de Paolo y marido ultrajado, y atravesados en el acto, juntos como estaban, por un mismo golpe de espada.
La invención del poeta brilla en particular cuando Dante pregunta al
espectro de Francesca cómo pudo incurrir en aquellos dubbiosi desiri (deseos dudosos), y ella le responde lo que el
amigo de la familia nunca pudo escuchar en vida de sus labios: “Nessun maggior dolore / che ricordarsi del tempo felice / nella
miseria…” Y cuenta cómo leían juntos, solos y sin sospechar nada, la
historia de los amores de Lanzarote con Ginebra; y al llegar al paso del primer
beso de los amantes, Paolo “la bocca mi
baciò tutto tremante.” Allí acabó la sesión de lectura: “Quel giorno piú non vi leggemo avanti.”
Es entonces, al oír la triste explicación puntuada por
los sollozos de Paolo, ensartado con Francesca para la eternidad por el acero
de la espada asesina, cuando Dante siente una compasión vivísima que le produce, en el poema, un desmayo mortal.
La ciudad de Florencia intentó, siglos más tarde, resarcir
a su hijo más universal de la deuda histórica que tenía con él. En un costado de la nave lateral
de la iglesia de Santa Croce se erigió en 1829 un mausoleo en cuyo frontispicio
campean las palabras «Honrad al más alto poeta». Pero el cuerpo de Dante reposa
inconmovible en Ravenna, y el mausoleo florentino permanece vacío. Se diría que
el poeta laureado sigue sin perdonar la vieja inquina de sus contemporáneos.
(*) He
escrito en otra ocasión sobre la leal y afectuosa Gemma, que nunca aparece
citada en la obra dantesca, en contraste con la elocuencia desbordante que
emplea el poeta al referirse a Beatrice Portinari, vecina y conocida de la
familia Degli Alighieri. Ver http://vamosapollas.blogspot.com.es/2017/03/gemma-donati.html