Dios no juega a los
dados, dijo Einstein, que al parecer lo sabía de buena tinta; pero ciertos diosecillos
menores bastante revoltosos están aún enfrascados en el trance de jugarse a los
dados la túnica sagrada, y por esa razón no tendremos hoy en el Parlamentet una
sesión de investidura sino de desvestidura del joven Aragonés.
Todo está bajo el control
de la augusta Sibila de Borrás, ríanse ustedes de la de Delfos. En el escalafón
de la República In Péctore, en lo más alto de la jerarquía está Waterloo, y a
su mando estricto y bajo su control omnímodo el Consell de la República, grupo
de amiguetes de farra del que acaba de desertar Meritxell Serret, sin que la
noticia haya llegado al parecer a las cámaras áulicas, en las que reina indiscutido
el silencio de los corderos.
La representante de
Waterloo en la tierra catalana es la Sibila Laura, que tiene permiso expreso del
Empíreo para hacer y deshacer en su nombre. Laura ha empezado a rodearse de
personas de confianza para llevar a cabo el mandato de recrear Cataluña en seis
días y descansar el séptimo.
Entre las
instituciones que controla (Parlamentet, TV3, Cambra de Comerç, Barça) hay una
sola, de importancia residual, que está dejando para el sexto día de la
Creación, o tal vez para la décima semana entrante (luego llegaremos a eso). Esa
guinda que falta para coronar el comistrajo es el Governet.
Mientras tanto,
calma no se apresuren, todo está debidamente controlado. Por ejemplo, ahí queda
el proceso de vacunación anti covid, catalogado y clasificado de manera
ejemplar para ejemplo del mundo, salvo una pequeñísima franja entre los 66 y
los 79 años. Desdichadamente, soy uno de las/los que se encuentran en ella.
Nosotras/os habremos de ponernos al final de la cola de vacunación masiva, y como
cuando nos llegue el turno tendremos ya más de 90 años y estaremos bastante
diezmadas/os, quedaremos de nuevo fuera de turno y deberemos ser redirigidas/os
en nuestras sillas de ruedas a la cola especial de los casos irresolubles.
El consuelo que nos
quedará en ese trance es que los Mossos no nos dispararán mientras tanto con
pelotas de foam, gracias al trascendental acuerdo patriótico alcanzado por ERC
y la CUP. Es un alivio saber que la larga espera a la que estamos abocados no
se verá amenizada por ese tipo de rigodones con foam. Las fuerzas
antidisturbios nos abrirán versallescamente paso cuando nos dirijamos finalmente
a los ambulatorios en correcta formación con mascarilla y distancia social, y
espero que también nos hagan la ola cuando rompamos escaparates para
apoderarnos de artículos de lujo en las tiendas elegantes. No lo digo porque me
apetezca mucho la ordalía, pero conviene saber ver el lado bueno que a veces presentan
los grandes consensos de país. Tengo el sueño húmedo de lucir una pashmina de
Armani.
Puestos a innovar,
la sesión de desvestidura de hoy debería ir acompañada por una música sensual
que nos pusiera en situación. ¿Verdad que las/los veteranas/os entre ustedes recuerdan
la película “Nueve semanas y media”? Bueno, pues algo como aquello de Joe
Cocker, You Can Leave Your Hat On, se
llamaba. Pere Aragonés no es Kim Basinger, eso es indiscutible, pero ya que le van
a birlar la túnica por la que suspira, deberíamos permitirle que se dejara el
sombrero puesto.