Un dron en pleno vuelo. El
aspecto exterior de IDA es bastante diferente, pero la sustancia viene a ser
más o menos la misma.
No hacía falta meternos
a todos en la batalla por Madrid. Si lo primero es antes, según axioma defendido
al alimón por el veterano sabio de Chinchón don Venancio Sacristán y por el más
joven pero no menos sabio Pepito Bulla, santaferino de origen, Madrid no venía
antes sino luego. La renovación del Poder judicial ha vuelto a quedar aplazada en
el mientras tanto, y ese aplazamiento interesa de forma exclusiva a la derecha
patria; y la nueva vicepresidenta in
pectore, que había convocado para ya mismo una nueva reunión con los
sujetos sociales con el fin de acometer la derogación de los viejos estafermos
de las reformas laborales, verá acumularse nuevos obstáculos por parte de
quienes querrán especular con la correlación de fuerzas que pueda resultar de
la novísima confrontación electoral sobrevenida.
IDA ha tenido una
manera particular de echar gasolina al fuego. No es solo ese lema absurdo de “comunismo
o libertad”, sino, más grave, su afirmación ante Ana Rosa de que “si te llaman
fascista, es que estás en el lado bueno de la Historia.”
Me dirán que esa
mujer no sabe lo que se dice, pero no es verdad. IDA es un dron. Es verdad que
no piensa por sí misma porque es incapaz de tal cosa, pero sigue aplicadamente
un guión que le presentan bien arreglado y cocinado sus patrocinadores. El
apunte que recitó implica tensar más aún la polarización existente, y llamar a
Vox a la refriega como leal escudero del orden eterno de la derecha.
A esto lo han
llamado algunos “apretar el botón nuclear”.
Yo diría ─a bote
pronto─ que no es buena noticia que el vicepresidente segundo del gobierno de
la nación se apee del cargo y se arremangue para entrar en la pelea. Igesias tenía
que haber evaluado, a mi entender, los varios asuntos que era necesario
acometer primero y que en consecuencia debían haber ido antes. Iglesias es un
excelente campeador, y durante la campaña puede deleitarnos con debates
memorables. Pero no es Ayuso la enemiga; los poderes fácticos han externalizado
su línea de producción política, y los líderes al uso no son sino fuerza de
trabajo anónima con un contrato temporal, llamada a cubrir el expediente en
público mientras todas las cuestiones importantes se dirimen por canales
privados sustraídos a la vista y a la crítica de la ciudadanía.
Es lo que hay, sin
embargo. Deseo a Pablo, de todo corazón, una brillante campaña, como estoy
seguro de que va a hacerla, y un buen resultado en Madrid. Lo necesitamos para
seguir sin más pausas el trayecto marcado.
Más tarde, en
efecto, cuando haya un rato de calma entre tanta novedad sensacional, veremos
cómo va quedando lo del poder judicial, la reforma laboral y el reparto de los
dineros europeos para una reconstrucción adecuada de la economía.