Esquema de tablero de ajedrez
con alfiles en fianchetto.
«Si Cs se atreve en
Murcia, apretamos el botón nuclear», dice El País que dijeron Casado y Ayuso
ante una crisis menor, con ingredientes muy localizados, pero que venía a desubicar
el proyecto casadista de un bloque de derecha ganador a corto plazo.
Los aficionados al
ajedrez sabemos que se trata de un juego que se practica sobre 64 casillas.
Ninguna es más que otra en principio, pero algunas vienen a ser la clave de
determinadas posiciones, mientras otras vegetan en el anonimato durante muchas
jugadas. Ahora bien, la dinámica del juego puede colocar a estas últimas de
pronto en el disparadero, sin importar que estén en un rincón y parezcan quedar
muy lejos del teatro principal de las operaciones.
Estábamos absortos
en el cálculo de lo que podía ocurrir en la casilla Cataluña a cinco o seis
jugadas vista, y de pronto surge un seísmo inesperado en la casilla Murcia, y
el fuego se propaga a Madrid, que la derecha tenía por reducto seguro, bien
defendido con alfiles en fianchetto y
cortina de peones.
El botón nuclear es
una mala metáfora. Puede haber explosión, o no haberla. Elecciones, o moción de
censura que se quede en aguachirle. Y si hay explosión, no es seguro a quién se
va a llevar por delante, si a Sansón, a los filisteos, o a Sansón y los
filisteos todos juntos. Es el ingrediente aleatorio que tienen siempre estos
recursos a la heroica.
Ayuso ha seguido
fielmente las instrucciones recibidas por el puto móvil (no es la primera vez que
ocurre), y ha soltado la “bomba nuclear” de forma inesperada, muy en su estilo
habitual. El audaz movimiento de pieza ha tomado de sorpresa al rival, pero en
el ajedrez el efecto sorpresa es relativo, y el juego de farol tiene poco
porvenir.
¿Qué hay detrás del
susurro del móvil de Ayuso? Pronto veremos si es botón nuclear o farolillo de
verbena. Mi intuición es que los think
tanks de la gran derecha de este país estarían interesados en un sacrificio
de Dama (Ayuso) a cambio de una posición global con un nuevo liderazgo y mejores
perspectivas. Lo cual equivaldría a reconocer indirectamente que Ayuso fue un
error de casting. Esos ajustes conviene realizarlos en sordina, antes de que el
pánico cunda más todavía.
En este preciso trance
de un juego concebido a más largo plazo, UP no debería perder los nervios. La
dirección de la plataforma ha jugado fuerte en la última época para crear
tensiones dentro de la coalición de gobierno, con ánimo de demostrar que ellos mismos
son el motor del progreso y tienen el control de las operaciones, mientras la
contraparte viene a ser un peso muerto siempre proclive a la derechización. Ese
esquema explicativo no funciona, decididamente, y está perjudicando las
expectativas de todo el bloque, pero sobre todo las de la primera parte
contratante. No parece oportuno adornar ahora una coyuntura peligrosa (vienen a
por nosotros con toda la caballería) con alertas sibilinas acerca de la
conexión del acercamiento PSOE-Cs con un posible regreso a las políticas de austeridad
propiciado por el tándem Biden-Van der Leyen.
Estamos donde
estamos. En la pandemia. En la moción de censura murciana. En la necesidad de
una política de contenidos, que mejore los derechos de las personas y los
territorios, garantice la igualdad, sostenga el empleo, encuentre nuevos
vectores para el avance de la economía real, y apueste por fuentes de energía
sostenibles para preservar el futuro del planeta.
Crear alarma innecesaria
con voces de que viene el lobo cuando el lobo está ocupado en otros menesteres,
no arregla nada.