Palmiro Togliatti.
Un amigo ha
comentado uno de mis recientes posts (“En orden disperso”) desde la sospecha de
que estoy haciéndole el trabajo sucio a la derecha. El mismo caballero le ha
preguntado abruptamente a José Luis López Bulla quién le paga. En los dos
casos, los interpelados habíamos expresado nuestra perplejidad por la ausencia
de las habituales formalidades de “cortesía consensuada” en la dimisión de
Pablo Iglesias como vicepresidente del gobierno, para implicarse como candidato
en la batalla electoral de Madrid.
Resulta que eso no
se discute, y punto. El axioma (saben ustedes cómo se define el axioma: una
verdad tan evidente que no necesita demostración) que se pone en funcionamiento
en este caso, es la infalibilidad del líder. Si Pablo lo ha hecho así, es que
está bien hecho.
Lejos de mí la idea
de trabajar ─menos aún de ensuciarme─ en beneficio de IDA. Y no veo mal el
salto mortal de Pablo si aterriza en el núcleo de dirección (la presidencia
iría a parar casi con toda probabilidad a Ángel Gabilondo) de una CAM sostenida
por una idea de progreso y de solidaridad con las restantes comunidades. Pero
1) esa eventualidad es incierta; Pablo corre un riesgo alto de quedarse a mitad
de camino y en una posición desairada; 2) mucha tiene que ser la penuria de
cuadros en el partido para que el líder sea el encargado de lanzar el córner y
correr a rematarlo él mismo. ¿Existe un “equipo” propiamente dicho en la
dirección de Unidas Podemos? ¿O estamos presenciando un one-man-show?
Las invectivas lanzadas
desde la fe en el axioma no son respuesta adecuada a esos interrogantes. No proceden
directamente del secretario general, sino de alguien actúa por iniciativa
propia con ánimo de destapar conspiraciones donde no las hay.
Digo más, los secretarios
generales no suelen apreciar tanto exceso de celo por parte de sus adláteres.
Rossana Rossanda nos dejó en una larga entrevista el relato de la actitud de
Palmiro Togliatti hacia Mauro Scoccimarro, que acudía como miembro de la
comisión de control del partido a las reuniones de la redacción de Rinascita. La encuentran en https://pasosalaizquierda.com/entrevista-a-rossana-rossando/
Cito con cierta
extensión:
«[Togliatti] había
cambiado totalmente la redacción de ‘Rinascita’, que era algo así como su revista personal, trayendo
a gente como Aldo Natoli, y después Bruno Trentin, Luciano Barca, Romano Ledda,
etc., y yo, generalmente considerados como jóvenes inquietos. El único de los
veteranos que permaneció fue Mauro Scoccimarro, de la comisión de control del
partido. Frente a la mesa de trabajo de Togliatti, en perpendicular, había una
mesa donde nos sentábamos nosotros. En el otro lado de la mesa, Scoccimarro,
como diciendo: yo tengo una relación de iguales. Me acuerdo de que conforme
Scoccimarro abría la boca, Togliatti, que era maligno, le decía amablemente,
«¿Quieres hablar, Scoccimarro?». Él decía que sí, por supuesto, y Togliatti
sacaba inmediatamente del cajón de su mesa uno de los catálogos de antigüedades
a los que era aficionado y comenzaba a hojearlo. En cuanto Scoccimarro callaba:
«¿Has terminado, Scoccimarro?». Y cuando este decía que sí Togliatti volvía a
meter el catálogo en el cajón.»