sábado, 27 de marzo de 2021

#metooWaterloo

 

Lillian y Dorothy Gish hacen la reverencia en la carátula de 'Orphans of the Storm’ (Las dos huérfanas), película muda de 1921.

 

No le den más vueltas, el procesismo templado es un oxímoron, no existe ni puede existir en ninguna parte. El procesismo es en sí mismo “rauxa”, arrebato, un sentimiento profundo y oscuro, un destino fatal. “El corazón tiene razones que la razón no conoce”, tal como lo expresó don Blas Pascal, tal vez antepasado lejano de nuestra Marta Pascal.

Estoy hablando de los clientes del procesismo, no de sus promotores y de sus gestores, que merecen calificativos más duros. Ninguno de ellos es un oxímoron, son simplemente los accionistas de una marca patentada que andan moviendo por los mercados de futuro en busca de primaveras que piquen el señuelo. Antes fue Grand Tibidabo, ahora es la República Catalana con conexión automática #metooWaterloo incluida de serie.

Los clientes de buena fe del procesismo siguen esperando la Parusía. Les gusta la idea de una República; a muchos les gustaría que además fuera social, justa y benéfica. Desengáñense, no se la van a traer los Reyes Magos, y los líderes del actual cotarro están jugando al chicken game, a ver si el hotro se tira antes de la moto que el huno, mientras los dos van lanzados a todo gas hacia el borde del precipicio.

En tan grande polvareda estamos perdiendo a Jéssica Albiach, “orphan of the Storm” exactamente un siglo después que Lillian y Dorothy, huérfana en la tempestad de la investidura. Asens, Pisarello y Doménech, los profetas previos del procesotempladismo fetén, andan ahora al parecer ocupados en otras cosas, y no saben/no contestan cuando Jéssica les pide ayuda para explicar qué está fallando en el plan infalible según el cual los Comuns serán el alma eficiente de un govern templadoprocesista social, junto a ERC y con apoyo externo del PSC. Los cuales, por otra parte, se empecinan de forma reiterada en negar la mayor, pero finalmente no tendrán otro remedio que claudicar, por la fuerza misma de las cosas.

El martes veremos en la tele el siguiente capítulo del serial. Eso si no accionamos el mando a distancia para seguir las desventuras de Rociíto o las hazañas de la selección de fútbol estatal, en la que el coach Luis Enrique se está jugando las habichuelas en paralelo a los esfuerzos de Aragonès i Garcia por llegar a su Ítaca particular.