sábado, 2 de noviembre de 2013

EL GORRIÓN Y LOS BROTES VERDES DE RAJOY

«El capital extranjero redobla su apuesta por las empresas españolas», se lee en un titular de El País de ayer. El subtitulillo remacha: «El camino de la recuperación». O sea, que nos la están metiendo doblada por segunda vez. Dicen los manuales de autoayuda que la primera vez que te estafan, tú no tienes ninguna culpa; la segunda, sí. Por ahí vamos.

Y es que se tiende a olvidar deprisa incluso las lecciones más meridianas. Por ejemplo, aquello que nos decía el maestro Marcelino Camacho en sus charlas profundas, didácticas e interminables (nadie quería que se terminaran, por lo demás) con ocasión de las asambleas masivas de delegados de Comisiones Obreras: «El capitalismo es como un gorrión.» Vale poner la economía financiera donde Marcelino generalizaba con el capitalismo: es un gorrión que da un saltito adelante y el siguiente de lado, que ahora picotea un brote verde y enseguida lo abandona, que deja que te acerques con toda confianza y de pronto echa a volar sin ningún porqué y desaparece.

La Internacional del capital especulativo apuesta en este momento por España porque abundan las gangas, los precios de unas empresas endeudadísimas están por los suelos, y los costos de la mano de obra por el subsuelo. Volvemos a ser pista de aterrizaje de las multinacionales, y la banca privada rescatada con dinero público multiplica por muchos dígitos sus beneficios. Repican las campanas triunfales de los medios, pero no crece el empleo (salvo el precario) y nadie rescata a Fagor. Y el ministro Guindos habla como si los capitales internacionales estuvieran ansiosos de más y más España, como si el quid estuviera en el atractivo especial e indefinible de este país, un tirón sensual que lleva a Bill Gates a ansiar sentarse en una terraza de la Main Plaza de Madrid para consumir allí sin tardanza una relaxing cup of café con leche.

Guindos sabe que no pasarán más de dos años sin que esos capitales-gorriones emprendan el vuelo hacia otro país propicio, un país que asegure dividendos rápidos y consistentes en la coyuntura inmediata. Guindos lo sabe de cierto, pero no lo dice. Mariano Rajoy probablemente ni siquiera lo sabe. Mariano Rajoy me recuerda cada día más a Rufus T. Firefly (Groucho Marx en “Sopa de ganso”), cuando fue investido presidente de una Libertonia acosada por los problemas, y prometió en su discurso inaugural: «Si ustedes creen que este país va mal, esperen a que yo haya acabado con él.»