«El capital extranjero redobla su apuesta por las empresas
españolas», se lee en un titular de El País de ayer. El subtitulillo remacha:
«El camino de la recuperación». O sea, que nos la están metiendo doblada por
segunda vez. Dicen los manuales de autoayuda que la primera vez que te estafan,
tú no tienes ninguna culpa; la segunda, sí. Por ahí vamos.
Y es que se tiende a olvidar deprisa incluso las lecciones
más meridianas. Por ejemplo, aquello que nos decía el maestro Marcelino Camacho en sus charlas profundas, didácticas e interminables (nadie
quería que se terminaran, por lo demás) con ocasión de las asambleas masivas de
delegados de Comisiones Obreras: «El capitalismo es como un gorrión.» Vale
poner la economía financiera donde Marcelino generalizaba con el capitalismo:
es un gorrión que da un saltito adelante y el siguiente de lado, que ahora
picotea un brote verde y enseguida lo abandona, que deja que te acerques con
toda confianza y de pronto echa a volar sin ningún porqué y desaparece.
Guindos sabe que no pasarán más de dos años sin que esos
capitales-gorriones emprendan el vuelo hacia otro país propicio, un país que
asegure dividendos rápidos y consistentes en la coyuntura inmediata. Guindos lo
sabe de cierto, pero no lo dice. Mariano Rajoy probablemente ni siquiera lo
sabe. Mariano Rajoy me recuerda cada día más a Rufus T. Firefly (Groucho Marx
en “Sopa de ganso”), cuando fue investido presidente de una Libertonia acosada
por los problemas, y prometió en su discurso inaugural: «Si ustedes creen que
este país va mal, esperen a que yo haya acabado con él.»