martes, 30 de noviembre de 2021

ANTES DEL HEROÍSMO

 


Mosaico de Aquiles en Skyros, encontrado en el yacimiento de la Villa de La Olmeda, Palencia.

 

Recojo del libro “Troy”, de Stephen Fry (Michael Joseph, PRH-UK 2020; no hay aún traducción española, que yo sepa) una leyenda antigua sobre dos héroes antes de ser héroes. Como todos los mitos griegos, me parece que este contiene enseñanzas aún válidas en nuestro tiempo.

La flota de los griegos, que proyectaban una rápida expedición a Troya para rescatar de allí a Helena, la esposa raptada del rey espartano Menelao, se estaba reuniendo en Aulis, pero se les acumulaban los problemas. Faltaba el rey de Ítaca, el astuto Odiseo, considerado esencial para un rápido éxito de la aventura. No respondía a los repetidos llamamientos, y corrían rumores de que había perdido la razón. El rey Agamenón envió a su pariente Palamedes en su busca. Al desembarcar en Ítaca, el emisario vio un espectáculo deplorable. Odiseo había uncido a un buey con un burro e intentaba arar con ellos una playa arenosa a la que arrojaba puñados de sal en vez de simiente. Sus súbditos se agolpaban en el lugar para ver el triste espectáculo, con lágrimas en los ojos. En primera fila estaba la bella Penélope, sosteniendo en brazos a su hijo recién nacido, Telémaco. “Ve a decirle a Agamenón que mi marido no es un cobarde, sino que ha perdido la razón”, explicó la reina entre sollozos.

A Palamedes la escena le pareció un tantico rebuscada. Sin decir palabra, arrebató de un tirón el bebé de los brazos de su madre, y fue a colocarlo justo delante del par de bestias que Odiseo conducía al albur por la extensa playa. De inmediato Odiseo hizo uso de una fuerza hercúlea para detener al buey y al burro casi en seco. Lo consiguió cuando habían llegado a un palmo apenas del pequeño expuesto en el suelo. Odiseo corrió hacia él, lo tomó en brazos, lo besó muchas veces, balbuceaba: “¿Estás bien, mi pequeño Telémaco?”

Luego levantó la vista y vio la sonrisa burlona de Palamedes. “Pensé que valía la pena intentarlo”, dijo como explicación.

Meses después, el problema era Aquiles, un rapaz de solo catorce años. Los oráculos coincidían en que su presencia era imprescindible para ganar Troya. Agamenón, casi perdida la paciencia por la larga espera en Aulis, recurrió a Odiseo para encontrarlo.

Tetis, la madre diosa de Aquiles, sabía que su hijo tendría una vida larga, plena y feliz si se apartaba de los heroísmos, y en cambio una vida llena de brillo pero muy breve, si entraba en la guerra; de modo que lo había escondido en la mansión de su pariente el rey Licomedes, en la isla de Skyra. El rey tenía once hijas, y la joven Pyrrha (la de los cabellos rojos) pasó a ser la doceava, tal vez la más bella de todas a juicio de algunos visitantes de palacio. Llevaba ropas femeniles y se comportaba en todo como sus “hermanas”. Bueno, en todo no, porque dejó embarazada a una de ellas, Deidamia (su hijo fue Neoptólemo, también conocido como Pirro).

Cuando Odiseo llegó a la isla y preguntó, Licomedes disimuló mal: “¿Aquiles? No me suena.” Cuando quiso buscar en el palacio, el rey volvió a meter la pata: “No vale la pena que busques en el gineceo, solo están mis hijas.” Odiseo dijo aparte a Diomedes que eligiera de su expedición a los hombres más corpulentos y peludos, los armara hasta los dientes y asaltara con ellos el recinto de las doncellas. Así lo hicieron. Las chicas gritaron, pidieron socorro y huyeron; menos la del pelo rojo, que agarró una espada olvidada en un rincón y esperó a los energúmenos a pie firme.

“No ha sido cosa mía, sino de mi madre”, explicó Aquiles a Odiseo. Luego fueron los dos juntos a buscar a Patroclo y a los mirmidones, y se sumaron a la expedición.

Resignados al destino heroico inevitable que les había sido asignado.

 

lunes, 29 de noviembre de 2021

LA IMPUNIDAD NO ES LIBERTAD

 


Los niños de Lidice. La escultora Marie Uchytilová recurrió a una documentación exhaustiva para representar con sus rasgos reales las figuras de los 82 niños de la población checoslovaca de Lidice que fueron gaseados en el verano de 1942, en un campo de exterminio polaco, en represalia por un atentado de la Resistencia contra un jerarca nazi. Su memoria no debe ser olvidada.

 

Las derechas españolas reclaman al mismo tiempo más libertad para ellas y más represión para los desafectos. De otra manera no se entiende su adhesión ─su patrimonialización, más bien─ de la manifestación policial contra la supresión de la ley mordaza, una ley que les suponía, no solo un aislamiento abiertamente hostil al pueblo del que dicen ser servidoras las fuerzas del orden público, sino la impunidad ante cualquier posible abuso en la fuerza represiva que utilizan.

Pero es que nuestras derechas no se sienten pueblo. De forma consciente eternizan la guerra civil (esa guerra interminable, como la definió nuestra llorada Almudena Grandes) y ensanchan el foso que de toda la vida ha separado a los ganadores de los perdedores de aquel episodio. Se ha teorizado la existencia de una España y una Antiespaña, elegida la primera por dios entre todas las naciones, y nefanda la segunda. Contra la Antiespaña vale todo, es la proclama de la derecha eterna. La democracia se desliza en su ideario hacia una dictadura de la buena gente. A la buena gente le es permitido incluso dejar de ser buena (véase el ejemplo del Emérito, paradigma de todos los vicios públicos de nuestras derechas), mientras que la gente de las izquierdas debe ser severamente castigada por el mero hecho de serlo (véase el caso Alberto Rodríguez, ex diputado de Podemos).

Quizás porque a nadie le gusta ser un perdedor, la operación publicitaria basada en las esencias aporta regularmente a los poderosos rentas suculentas en votos de mindundis, que estiman erróneamente que a largo plazo la servidumbre voluntaria al poder establecido les hará más libres.

Todo esto tiene un nombre en los tratados de Ciencia Política, y tiene también una Historia de la que es forzoso aprender para no repetirla.

No haré más alegaciones. Solo les ruego que comparen las dos imágenes incluidas en esta entrada. Arriba, un monumento en memoria de víctimas inocentes; abajo, la charlotada de la manifestación por la impunidad llevada a cabo por los verdugos potenciales.

 


domingo, 28 de noviembre de 2021

UN RECUERDO DE ALMUDENA

 


Lo que voy a contar es sustancialmente cierto, y hay muchos testigos para corroborarlo. No es, sin embargo, fotográficamente fiel. He rellenado los huecos de la memoria, como suelo hacer. Carmen me dice a veces, con cariño, que miento más que escribo, y no que hablo, porque hablo poco y no hay punto de comparación. Yo le contesto que rebusque bajo la superficie la verdad de mis mentiras.

Fuimos un día ella y yo al Salón de Actos de la CONC, en Barcelona, a escuchar a Almudena hablar de “El lector de Julio Verne”. La presentó Carlos Vallejo. La novela es de 2012 y yo ya la había leído cuando tuvo lugar el acto, pero “Las tres bodas de Manolita”, el siguiente “episodio de una guerra interminable”, aún no había aparecido, cosa que ocurrió en 2014. Con eso queda situado cronológicamente mi recuerdo.

Almudena se sentía a gusto hablando del libro y de los Episodios, de cómo buceaba en la memoria reprimida de muchas personas, de cómo estaba reuniendo materiales para escribir, no docenas, sino cientos de historias, o más exactamente, de “intrahistorias” de una sociedad escindida en dos bandos de características muy marcadas: los vencedores y los vencidos en una guerra que se había prolongado hasta hacerse interminable.

Habló extensamente, aunque se nos hizo corto, y empezó el turno de intervenciones y preguntas desde la sala.

Fue entonces cuando entró Luis Romero, que llegaba tarde de algún otro lado. Majestuoso, como es él. Fue el hombre del cartel «Mis manos, mi capital», pero algunos disfrutamos del privilegio de conocerlo desde antes. A la Coordinadora Local de Barcelona de CCOO, José María Rodríguez Rovira y él acudían por turno en representación de la construcción, y nos informaban entre los dos de la marcha de la gran huelga de 1976. Soñábamos entonces con la extensión de las luchas, con la convocatoria de una gran huelga general política. La exposición de José María era rigurosa y sintética, hablaba con el papel de las notas en la mano, no se desviaba del tema.

Luis era todo lo contrario, y sus informes eran relatos de grandes batallas, recorridos de piquetes, enfrentamientos con las fuerzas del orden, obras que se sumaban una tras otra a la lucha en los polígonos pateados sin descanso.

Al entrar Luis en la sala (ahora llevaba canas, gafas y bastón, pero eso es algo que nos pasa a todos los de entonces), oyó a Almudena hablar de Cencerro. El ambiente era distendido, y él intervino sin más, de pie como venía.

─Ese fue un guerrillero de mi pueblo, Martos en Jaén; un fenómeno, tuvo a los civiles en jaque durante años, alguien lo delató y le tendieron una emboscada una vez que bajó al pueblo de noche, como solía hacer porque no tenía miedo de nada. Lo acribillaron a tiros, seguían disparándole cuando ya estaba bien muerto, pánico le tenían. Yo era un chiquillo entonces.

─Todo eso lo he escrito ─le dijo Almudena desde la mesa─. De eso he venido a hablar.

─Y tú ¿cómo lo sabes? De eso no hablaba nadie en el pueblo, había mucho miedo a los soplones, a los delatores.

─Fui allí a investigar, y hubo personas que me lo contaron. Con mucho miedo aún, doy fe.

─Pues te voy a contar una cosa que seguramente no sabes. Teníamos prohibido por la guardia civil cantar “La vaca lechera”, por aquello de “Un cencerro le he comprado, y a la vaca le ha gustado…”

Almudena se echó a reír. Todos disfrutábamos con aquel testimonio inesperado de la verdad última de lo que el libro narraba.

─Fue así. Eso lo he escrito también.

A Luis Romero se le desorbitaban los ojos.

─¿Todo eso lo has escrito en un libro? ¡Pues yo quiero ese libro!

─Ningún problema, Luis ─intervino Carlitos Vallejo─. Encuentras todos los ejemplares que quieras a la salida, en la mesita al lado de la puerta.

Adiós, Almudena. Estuviste con nosotros, contaste nuestras historias minúsculas pero importantísimas. Siempre estarás en nuestro corazón, ¿dónde mejor?

 


sábado, 27 de noviembre de 2021

EL ELEFANTE SENTADO EN LA SALITA


 

La brecha en la roca (yacimiento arqueológico de Petra, Jordania)

 

Un muy interesante artículo de Lluís Rabell (1) analiza la coyuntura política catalana en base al acuerdo entre Esquerra y los Comuns, que ha permitido de una tacada desbloquear los presupuestos de la Generalitat, del Ayuntamiento de Barcelona y, por elevación, los del Gobierno de España.

El acuerdo ha sido coyuntural, Rabell lo subraya certeramente, cosa que viene a significar que las espadas seguirán en alto todavía por algún tiempo. Esquerra ha forcejeado en busca de aire, para que sus socios preferentes, JxC y CUP, no acabaran por estrangular al govern con su “afectuoso” abrazo del oso. Con todo, ERC mantiene aparentemente incólume la idea de una “centralidad” basada en un 52% elevado a la categoría de tótem y tabú. El 52% equivaldría en la práctica a la “totalidad” del país (extra Ecclesiam nulla salus, fuera de la Iglesia no hay salvación posible), y ahora se invita a participar del sacramento, vicariamente, a los Comuns, como estrambote o como jarrón chino de adorno; pero se excluye en cambio de forma terminante al PSC, el “elefante socialdemócrata sentado en el sofá de la salita”, como lo caracteriza Rabell. ¿Durante cuánto tiempo más se podrá seguir ignorando su voluminosa presencia?

Esquerra y los Comuns se han movido, con todo, y han habilitado una brecha, un boquete pequeño pero situado debajo de la línea de flotación del paquebote “Waterloo”, que puede acabar por hundir sus expectativas de eternizarse en el papel de mano que mece la cuna. Puigdemont ha perdido la inmunidad parlamentaria, y ese es otro detalle que acentúa el carácter efímero de un sombrajo habilitado en su momento con cuatro palitroques apresuradamente dispuestos. La CUP y sus folclóricas votaciones asamblearias han caído en la irrelevancia.

La alcaldesa de Barcelona Ada Colau, apretada desde todas las direcciones de la rosa de los vientos, ha conseguido también abrir brecha. Al Tete Maragall se le ha quedado cara de tonto, después de anunciar la negativa de su partido a cualquier acuerdo presupuestario municipal, y posiblemente sea relevado a medio plazo como precandidato a la alcaldía por la que suspira. Los Comuns han acertado en el movimiento táctico y aparecen más fuertes y con mejores expectativas de apoyo popular para las grandes maniobras que se avecinan. Siguen en pie muchas incógnitas, pero de momento ellos han demostrado su utilidad política por la vía aristotélica (recuerden: el movimiento se demuestra andando).

Aquí se detiene el análisis de Rabell. Bueno, no exactamente. Les recuerdo el final de su lúcido escrito: «Ahora, toca propiciar escenarios en los que el conjunto de la izquierda de raíz social y tradición federalista pueda tejer pactos de progreso y animar una salida al ensimismamiento del país.»

De acuerdo. Quizás es el momento de volver a preocuparse por el elefante que espera sentado en la salita. No parece que tenga intención de moverse a corto plazo, y sin embargo, ¿a quién va a corresponder la tarea de “propiciar escenarios en los que la izquierda pueda tejer pactos de progreso”? ¿Es que el elefante va a esperar sentado a que le lleguen las ofertas de otros sectores de la izquierda plural, para decidir cuáles le convienen y cuáles no?

Hay también una ilusión de centralidad en la actitud habitual del PSOE, y por contagio del PSC. Es innegable una parte de razón en esa actitud: en Cataluña nada podrá hacerse sin el PSC. Pero también hay otra parte que se tiende a obviar: el PSC necesita tomar la iniciativa con hechos, no con nostalgias de lo grandes que eran en la época de Pasqual.

El elefante socialdemócrata aguardó lleno de paciencia y de “fuerza tranquila” en la salita de la Comunidad de Madrid, y ya vieron el resultado electoral que obtuvo. Reincidir en tales errores sería pecado mortal. Ahora que ERC y Comuns se han movido y han desbloqueado un entorno pantanoso, no se entiende la extraña pasividad del elefante, a no ser que confunda, como sus contrapartes en el otro lado del hemiciclo, así catalán como español, que la centralidad de su propuesta equivale a “totalidad”.

Hoy, en este mundo fragmentado, desquiciado e histérico, el discurso de la totalidad no rige. Recuerden aquel “momentum” de Podemos, cuando quiso en un salto prodigioso saltar de la marginalidad a la ocupación del centro del tablero. No estamos para tales proezas gimnásticas. La sociedad catalana necesita la comparecencia urgente del PSC para tejer pactos de progreso con otras fuerzas portadoras de proyectos distintos pero compatibles, con el fin de “propiciar nuevos escenarios”.

Es algo que me parece imperativo.  

 

(1) Ver https://lluisrabell.com/2021/11/26/barcelona-bien-vale-una-misa/?fbclid=IwAR3ZRkSO4wCChPEaRZcGJuxET_llqczcJhIbvN8GpAQ_R_CG40IP3nHJD0g

 

jueves, 25 de noviembre de 2021

VARGAS LLOSA ENTRE LOS "PUTREFACTOS"

 


Alice Munro, la quintaesencia de la elegancia en la forma de recibir un Premio Nobel de Literatura

 

Je vivais à l'écart de la place publique

Serein, contemplatif, ténébreux, bucolique

Refusant d'acquitter la rançon de la gloire

Sur mon brin de laurier je dormais comme un loir

G. BRASSENS, ‘’Les trompettes de la renomée’

 

Mario Vargas Llosa, distinguido ya en el mundo de las élites con el Nobel de Literatura, ha dado un gran paso adelante desde el borde mismo del abismo y ha ingresado en la Académie Française, según leo en la prensa de hoy.

Hay honores que sepultan una biografía. Don Mario no escribe en francés, es el primer literato incluido en la Académie cuya obra (muy considerable, no es ese el punto) no se declina en la lengua de Molière, como dice Lluís Bassets en El País; en la lengua de la Grandeur de Charles De Gaulle, añadiría yo.

La pura verdad es que no le hacían falta al escribidor peruano ni la nacionalidad española sobreañadida, ni las bodas famosas con la Niña Isabel, ni en rigor el Premio Nobel, aunque este cabe clasificarlo entre los gajes del duro oficio de escribir: a unos se lo dan y a otros no, y si te toca la china lo más elegante que puedes hacer es aceptarlo con una sonrisa (en lugar de bizquear horrorizado como hizo Jean-Paul Sartre), y luego no acudir a recogerlo excusándote en la mala salud, que es lo que hizo exactamente Alice Munro, y yo la admiré más aún por eso.

El Nobel tiene un pase, la señora Preysler difícilmente, y lo de la Académie es un borrón terrible. No hacía ninguna falta, la nómina de “inmortales” (les llaman así, de veras) estaba completa, nadie había cometido aún la excentricidad de colarse donde nadie le llamaba, y no por algún mérito peregrino relacionado con la institución, sino únicamente por la tentación de figurar.

A quien está en los sitios solo para figurar, se le llama “figurón”. La definición de la Real Academia, a la que Vargas Llosa también pertenece (en este caso con grandes méritos propios), y que en consecuencia suscribe, es la siguiente: “Persona a la que le gusta presumir o aparentar ser y tener más de lo que es y más de lo que tiene.”

En el siglo pasado, un grupo de artistas de vanguardia, entre ellos señaladamente Salvador Dalí, dieron en llamar “putrefactos” a los pintores que se esforzaban en trabajar según los criterios de la Académie, con la esperanza de ingresar en ella y de paso conseguir medallas, accésits o diplomas en las exposiciones oficiales; es decir, en los “Salones”. En el XIX, el siglo del “Salón” y la “Academia” por excelencia, el relumbrón de la composición histórica, religiosa o mitológica, y la grandilocuencia de los héroes, santos o nínfulas de carnes rosadas, que aparecían en gran formato y por lo general con los ojos en blanco y las manos alzadas al cielo, inspiraron el calificativo popular de “pompier” (pomposo, “bombero” en su sentido literal) para ese género de arte.

Vargas Llosa es el último pompier que se atreve a aparecer como tal en la escena cultural.

 

miércoles, 24 de noviembre de 2021

TROIS PETITES NOTES DE MUSIQUE

 


La Bella y la Bestia, enésima versión. Carmen y el Diablo avizoran desde las torres de la catedral la Tour Montparnasse, entonces de riguroso estreno (había sido acabada de construir en 1972).

 

Trois petites notes de musique ont plié boutique au creux du souvenir

C'en est fini de leur tapage, elles tournent la page et vont s'endormir

Mais un jour sans crier gare, elles vous reviennent en mémoire

Henri COLPI y Georges DELERUE

 

Esta es la bonita historia de la recuperación de una pequeña fracción de tiempo perdido. Ayer, retenidos en casa por el mal tiempo, me dio por rebuscar entre algunas cajas de cartón en las que había apiladas fotografías viejas, y de un resquicio entre ellas saltó un sobre con veintitantas instantáneas de París. Sorpresa. Nos costó algún tiempo situar aquel viaje en el tiempo. Recurrí a mis agendas, que no tiro una vez usadas, sino que las voy amontonando en un cajón.

Ocurrió en marzo de 1978, entre los días 22 y 27, es decir de miércoles santo a lunes de Pascua. Hicimos el viaje de ida y vuelta en autobús, y paramos en un hotelito con mucho encanto, cerca de la Torre Eiffel, que volvimos a buscar años después para otro viaje, y ya había cerrado sus puertas.

Fue una excursión fuera del tiempo, y el extravío de las fotos acentúa esa característica. En 1978 Carmen trabajaba en Editorial Planeta, y yo estaba al frente de la Federación de Artes Gráficas de las CCOO de Cataluña. Teníamos dos hijos pequeños, que se quejaban con razón de que estábamos poco tiempo con ellos. En aquel mes de marzo se empezó a negociar el convenio nacional de Gráficas. Reuníamos el Secretariado los martes a las 19,30 (días 7, 14 ─reunión retrasada a las 20.30 por una entrevista en Radio Barcelona a las 18 h─ y 28). El sábado 4, a las 5, hubo Permanente de la CONC; el 8 por la mañana, una entrevista de coordinación con UGT en su sede, Catalsa; el jueves 9 una reunión intersindical; el lunes 13 la primera entrevista con la patronal, y el 16 una asamblea unitaria. De vuelta del viaje, el martes 28 había una nueva reunión negociadora en Madrid, y el viernes 31 hicimos una asamblea informativa en el cine Princesa. La negociación y las asambleas seguirían, trepidantes, a lo largo del mes de abril. El 23 tuvimos la Conferencia de la Federación, y en mayo (días 12 a 15), el Congreso de la CONC.

 


En el Luxembourg.

 

En medio de la mêlée disfrutamos del intermezzo excepcional de ese pas de deux glamuroso. Nos echamos trabajos y penas a la espalda y paladeamos París con glotonería, como si fuera un bombón. Hicimos amigos además, en el autobús y en el hotelito. Nos prometimos volver a vernos, telefonearnos; pero la épica de las asambleas se llevó por delante la lírica de las ramas floridas de los manzanos.

Hasta ayer. Escaneamos las fotos, nada artísticas pero memorables, y ahí va una muestra.

 


Entre las torres de Notre Dame. Abajo, el Sena; lejos bajo la lluvia, la Tour Eiffel.

 

 


Métro Cité. Al fondo, la Sainte-Chapelle.




Joie de vivre.

 

lunes, 22 de noviembre de 2021

CASADO Y LOS SOLISTAS





Una orquesta bien afinada rodea a su víctima inocente en ‘El quinteto de la muerte' (Alexander Mackendrick 1955). Lom, Sellers, Green, Guinness y Parker, un equipo armónico e impecable. Nada de solistas.

 

«Aquí no caben los solistas. Somos una orquesta afinada, armónica, donde prima una partitura fuerte, no la suma de planes individualistas; el personalismo no cabe en el PP.»

Lo ha dicho Pablo Casado, y ha dejado estupefacto al personal. Teníamos la idea, expresada por escrito y rubricada en una sentencia de los tribunales, de que el PP se había comportado como una conspiración para delinquir. Los dos conceptos no encajan; ¿se trataba de una conspiración “afinada” y “armónica”? Misterio. Quizás al hablar de “partitura”, Don Pablo quería referirse al “reparto” del botín, de otro modo no acabo de ver la luz al final del túnel de la frase.

Sin contar con que toda orquesta seria y profesional trabaja con solistas. Descontemos el mundo de la sinfonía, una forma de composición tardía y para la que probablemente ya pasó la época. El concierto, la forma más genuina de expresión de una orquesta, implica la presencia de uno o varios instrumentos solistas. ¿De qué hablaba entonces Casado?

Escuchémosle: «Esto no es un ‘talent show’ de megalomanías.»

Ah bueno. Ahora está más claro, pero no me pregunten el qué.

El propio Don Pablo es un aficionado impenitente a dar libre expresión a su talento, sea este lo que fuere, en un show continuo en el que lanza afirmaciones peregrinas a la cara de sus rivales políticos. Tengo mis dudas en cuanto a su megalomanía, pero algo de eso debe de haber cuando el chico se ha envuelto en certificados amañados de másteres inexistentes, así por Harvard como por Aravaca, por lo civil y por lo criminal.

Los periodistas han interpretado que sus palabras iban sibilinamente referidas a Isabel Díaz Ayuso. Casado no la mencionó de forma expresa, pero de ser esa la clave de su discurso, quedaría explicado a satisfacción el fondo oculto del problema.

No hacía falta, sin embargo, ir con enigmas, indirectas e insinuaciones. Para que todo quedara perfectamente claro, lo que don Pablo debería haber dicho, con voz tonante, viril y casposa (permítanme la imaginería de calificar de “casposa” una voz), era: «Por tus muertos, deja de una vez de hurgarme en la horcajadura, Isabel, que aquí el único solista soy yo».

Y punto en boca la concurrencia.

  

domingo, 21 de noviembre de 2021

LA HUELLA DE LA FELICIDAD PASADA

 


Metáfora de la vida en compañía (Anders ZORN, “Placer de verano”, 1886)

 

Oh que llarga es fa sempre l'espera

quan s'espera que vindrà el pitjor

i que trista es fa la llarga espera

quan s'espera la mort de l'amor…

Pau RIBA, “Es fa llarg esperar”

 

La huella de la felicidad, he podido reseguirla estos últimos días en las confidencias de dos personas que han perdido a sus parejas en fechas recientes, después de años de vida en común.

La compañía mutua ha cesado, pero su rastro no se ha perdido. Siguen vigentes pequeños ritos, que han devenido en costumbres firmes. Son las huellas, perceptibles aún, del lugar en el mundo que ocupó una persona que ya no está aquí, pero no se ha ido del todo. Son un homenaje mínimo a una felicidad que estaba tejida con los hilos de la cotidianidad y ahora se continúa tejiendo desde el recuerdo imborrable y la añoranza.

Una felicidad en pareja. Existen otras formas, desde luego. No descarto, por ejemplo, que sea posible la felicidad en la promiscuidad sexual, aunque si se lleva la experiencia demasiado lejos, viene a parecerse a la euforia del depredador que cuenta sus presas (véase Don Giovanni, acto primero, aria de Leporello: Madamina, il catalogo è questo).

La pareja moldea a los que conviven; deja una huella imborrable. Gente excelente, de una gran altura de miras, valora en mucho la soledad y asegura preferir la compañía de un libro a la de una persona. Depende de qué libro, y de qué persona, desde luego. Pero el libro no alcanza a sustituir la sensación de pérdida, la conmoción íntima, la añoranza intensa, el diálogo diario con una sombra amada en busca de guías de conducta. Eso es algo que solo puede reflejar la sustancia de la vida a una edad avanzada, y de una vida no plena sino problemática, en tanto que experiencia vivida.

Los "libros de una vida" tienen por fuerza que ser muchos, y es bueno que lo sean. El hombre o la mujer de tu vida es solo uno o una, cuando menos solo uno o una a la vez, porque tu vida es también una, nada más. Hay un jardín ameno muy secreto en esa intimidad, cuando se accede a ella utilizando una llave mágica, intransferible.

 

sábado, 20 de noviembre de 2021

MAL DE ALTURA

 


El castillo de Peyrepertuse visto desde lo alto de la escalera de San Luis, un día ventoso del año 2008. No existen más imágenes mías con esa boina: me la prestó un amigo para la foto.

 

En los Andes, el mal de altura es físico. Oxígeno demasiado puro, respiración dificultosa, cansancio, visión borrosa, mareos. Los pueblos autóctonos lo combaten desde siempre masticando hojas de coca.

En otros lugares, unos síntomas parecidos responden a causas distintas y tienen otro tratamiento. Thomas Mann cuenta en La montaña mágica la historia de Hans Castorp, que planeó una visita de quince días a su primo, internado en un sanatorio de los Alpes por una mancha en el pulmón, y se quedó allí de forma permanente, presa de una enfermedad del alma más que del cuerpo, borracho de altura, aleccionado por dos pedagogos sutiles, Settembrini y Naphta, y con el corazón arrasado por una femme fatale que daba portazos sonoros al entrar en el comedor comunitario: Clawdia. Hasta que estalló una guerra, y la patria de Castorp le convocó a cumplir con sus deberes militares abajo, en la llanura.

Su caso tiene antecedentes ilustres en la literatura. Jesús de Nazaret, al finalizar su retiro de treinta días de mortificación y ayuno en el desierto, fue llevado por el diablo a un monte muy alto desde el que se divisaban todos los reinos del mundo, y se los ofreció: «Todo esto te daré si te postras y me adoras.» El evangelista nos informa de que el Nazareno no sufrió en ese trance mal de altura, le respondió «Apártate, Satanás», y descendió por sus medios a la llanura donde vivían los hombres y las mujeres a los que había elegido como compañía preferente.

En las alturas vivían los dioses clásicos: en el monte Olimpo y en el monte Parnaso. A las alturas subía la gente a postrarse ante ellos, en las acrópolis y en los monasterios: los de Meteora, por ejemplo.


 

Monasterio de la Santísima Trinidad, en Meteora (Grecia).

 

En las alturas inaccesibles buscaban asimismo refugio los paisanos cuando, sus huertos, sus masías y sus sembrados eran asaltados por tropas de depredadores foráneos. Durante la guerra contra los cátaros, el señor de Peyrepertuse acogió entre sus muros a las gentes de Duilhac, que estaba justo debajo de su fortaleza, y no se preocupó más del asunto. El castillo consta en el censo de sitios históricos cátaros, pero en rigor nunca fue cátaro, y tampoco su contrario. El castellano de Peyrepertuse se mantuvo literalmente au-dessus de la mêlée durante todo el conflicto, y cuando todo hubo terminado, después de las hogueras de Montségur, bajó con su séquito de las alturas y se apresuró a postrarse delante del rey de Francia, rendirle homenaje y demandarle alguna merced por su virtuosa abstención.

Nadie defendería hoy su falta de compromiso. No hizo bien. Dante habría comentado de pasada que fece per viltade il gran rifiuto, que rechazó por cobardía hacer el bien que estaba a su alcance. Fue otro tipo de borrachera, de nombre abstencionismo: un tipo distinto de mal de altura.

 

jueves, 18 de noviembre de 2021

COMPROMISOS TORTUOSOS DE ARAGONÈS

 


Monumento a Sancho Panza en Madrid.

 

En Cataluña, la CUP está vendiendo el pescado del voto presupuestario demasiado caro, de modo que el president Aragonès busca colaboración bona fide fuera del orden cerrado del 52% ficticio.

Siguiendo una táctica puesta ya en práctica antes con éxito relativo (solo convence a los que ya estaban convencidos), ha declarado aborrecer al grupo socialista hasta el extremo de estar dispuesto a morir antes que pecar; pero en cambio, aceptaría el voto de los Comuns, a los que adjudica sibilinamente la función del caballo troyano que se introduce con nocturnidad en el corazón de la fortaleza, de tapadillo. Es un recurso elegante para conseguir que los socialistas estén pero no estén en el experimento: de cara a la galería, mientras los ojos no lo ven, el corazón no lo siente. ¿Qué puede salir mal?

Lo digo en serio. Una de las muchas hipótesis que corren por ahí sobre Don Quijote, es que nunca estuvo loco sino que se hacía el loco. De ese modo podía darse el lujazo de desfacer entuertos sin que vinieran prestos a prenderlo los de las mangas verdes, y lo metieran en un calabozo (Cervantes había pasado bastante tiempo en un calabozo ─en Argel los llamaban “baños”─, y sabía que no era ninguna broma). Bueno, el acometer a un pacífico molino llamándole “gigante desaforado” es esa forma de hacerse el loco en la que es experto el joven Aragonès. Quizá sea esa la razón de que no quiera colocar una estatua de Don Quijote en la Barceloneta. Se le vería demasiado el llautó.

Tampoco nada puede salir mal en ese acercamiento oblicuo del governet a la oposición socialista, mientras va dando gritos de que nunca jamás porque es horrible. Lo mismo, salvando las distancias, hizo Don Quijote, aunque a él sí le salió mal el expediente, en definitiva. Se enredó con las aspas, una fatalidad improbable.

Cuando se hubo cansado de recibir palizas de todos lados a pesar de hacerse el loco a la perfección, declaró Don Quijote que ya no estaba el alcacel para zampoñas y se volvió a la aldea de cuyo nombre no quería acordarse, con Sancho, con el rocín y se supone que con el ama, el cura y el barbero.

Triste final, pero ejemplar. Háganle esa estatua a Don Quijote frente a la playa, carambas. Posdata, incluyan también a Sancho Panza y su rucio. No hay mejor retrato posible de la grey independentista, siempre escandalizada por las intemperancias del amo, pero decidida a seguir la peripecia para conseguir alguna ínsula perdida, de un modo u otro.

 

martes, 16 de noviembre de 2021

LA QUE LE HAN MONTADO A STEVEN


 

Steven Forti, profesor asociado de Historia Contemporánea en la UAB, estudió en Bolonia y Barcelona, pero es asimismo un gran experto en la política griega y la portuguesa, entre otras. En la imagen, en plaza Sintagma de Atenas, delante de la sede del Parlamento.

 

Steven Forti, historiador, investigador, viajero y persona de una curiosidad tan extensa como lo es su lucidez, ha escrito un nuevo libro: «Extrema derecha 2.0» (Siglo XXI, 2021), un análisis de las características de los nuevos movimientos de ultraderecha, en los que ha detectado afinidades, pero también diferencias marcadas, con los fascismos que llamaríamos “clásicos”.

Hasta aquí todo iba bien. La cosa quedaba en un plano teórico; encerrada en el “armario”, para utilizar una metáfora usual en un contexto distinto. Pero a la pregunta de un entrevistador, en El Periódico, de si Junts per Catalunya podía tener algún rasgo que lo aproximara a la categoría general de la “ultraderecha”, Steven respondió que sí, que existen concomitancias.

Y las enumeró.

Steven hablaba en todo momento como científico que es, a partir del establecimiento previo de unas premisas de método y del examen riguroso de si tales premisas se dan de una forma reconocible en una realidad determinada. No advirtió, o no dio importancia, al hecho de que estaba abriendo la puerta del armario, y por el hueco asomaba un esqueleto.

Algo parecido, en una escala mucho menor, me ocurrió a mí hará una docena de años, cuando todo el rebombori de la independencia de Cataluña estaba aún en mantillas. Un pariente lejano, la persona más inesperada para mí, quiso saber mi opinión sobre un movimiento en el que había entrado a militar recientemente él, que jamás se había interesado antes por la política. Me lo explicó con pelos y señales: algo muy popular, muy simple, con una exigencia de base ante cualquier gobierno porque todos los gobiernos son chupópteros, sin conexión con los partidos políticos porque todos los partidos son sacos de mierda, tanto los de derecha como los de izquierda y los de centro; algo transversal, que expresara la esencia última de un pueblo unido y determinado a todo. Qué me parecía. “Así explicado, es fascismo” le contesté yo muy tranquilo, y solo al ver su reacción me di cuenta de que no habíamos estado sosteniendo una conversación académica. Le pedí excusas (“oye, que no lo decía por ti, hombre, si tú eres un pedazo de pan”), que no valieron de mucho.

A Steven se le han tirado a degüello. No únicamente trolls o bots automatizados, sino gente con nombre y apellidos: periodistas, influencers del independentismo, incluso catedráticos y académicos. A lo largo de una semana le han disparado por las redes insultos, difamaciones, calumnias sobre su carrera de historiador, acusaciones gratuitas de plagios inexistentes, amenazas físicas y desplantes del tipo “vete a tu puto país”.

Somos muchos los que sentimos cariño y admiración por Steven Forti, los que leemos aplicadamente todo lo que publica (es un autor prolífico, tanto en español como en italiano) porque sabemos que algo vamos a aprender en la experiencia. Steven es nuestro, pertenece a nuestra comunidad. No voy a decir lo de que “todos somos Steven”, que no es más que un cliché; pero quede claro que no lo vamos a dejar solo frente a los que, cuando atacan, afirman estar defendiéndose, y se consideran tan elevados sobre el común de la gente y tan indiscutiblemente demócratas, como para excluir de “su” democracia a quienes no piensan como ellos, a quienes no hablan como ellos. Este asunto entra de pleno en los comportamientos perfectamente inadmisibles que han convertido a Cataluña (lo diré con dos versos de Dante dedicados a Italia) en una nave sin gobierno en gran tempestad, no una señora dueña de provincias sino una casa de putas («nave senza nocchiere in gran tempesta, non donna di provincie ma bordello»).

Forza, Steven. Que sepas tú, y lo sepan quienes te atacan, que nos tienes a tu lado y somos la gran, la inmensa, la verdadera mayoría de este pueblo, un pueblo orgulloso de sus dos lenguas y de su historia completa y cabal, que no admite por tanto las ocultaciones ni las falsificaciones, como la muy reciente impulsada desde el Parlament en torno al cincuentenario de la Assemblea de Catalunya.


lunes, 15 de noviembre de 2021

TRANSFIGURACIÓN DE AYUSO

 




Arturo MONTERO y CALVO, “Rinconete y Cortadillo en el patio de Monipodio” (1881). Museo del Prado.

 

Il y a péril à la demeure…

G. BRASSENS, “Concurrence déloyale”

 

El patio de Monipodio anda revuelto. IDA exige un Congreso en Madrid ya mismo, y Pablo le ha mandado recado de que espere un poco a través de Teodoro, pero el aviso no llega porque ella tiene bloqueado a Teodoro en su guachá.

Por cierto, también Cayetana Álvarez de Toledo ha echado pestes de Teodoro de forma pública y notoria. Quizás es que a ese chico le falta mano izquierda en el trato con la parroquia. Natural, ¡es tan de derechas!

Algunas lenguas de doble filo han recomendado a Casado que busque un recambio a García Egea. Lanzar lejos huesos de aceituna con la boca no lo es todo, le han dicho. Casado se resiste:

─Pero yo no puedo poner de segundo del escalafón a alguien que sea más listo que yo.

─Pablo, cualquiera es más listo que tú ─le han tranquilizado.

El otro día Pablo explicó que la energía solar no sirve porque no funciona de noche, que es cuando más falta hace la luz eléctrica. Una premonición de tragedia recorrió las filas del partido.

─Pablo, para eso están los acumuladores.

─¿Los acu qué?

No hay remedio, y ahora Ayuso pretende volar con sus propias alas. En la prensa lo llaman “susanización”, ya saben ustedes por qué.

Ayuso se ha aparecido transfigurada a una asamblea de fieles castellano manchegos, en Puertollano. Su presentación, envuelta en luces de colores, fue de lo más original.

─Venimos del futuro ─explicó.

─¿Ha venido en platillo volante? ─preguntó un niño a su papá.

─Os traigo un mensaje importante. Del socialismo se sale ─prosiguió la lideresa en el mismo modo Gandalf el Mago.

─¿Qué ha dicho, Pepe? ─preguntó a su marido la mamá del niño.

─Que el socialismo está que se sale.

─Jesús, qué sofoco, lo que nos faltaba. Por eso yo siempre voto a Vox ─se explicó la señora.

─Calla, Felisa, no me dejas oír.  

Siempre habíamos pensado que la izquierda era cainita de suyo, y en cambio las derechas se unían como una piña cuando era necesario para sus intereses. Ahora cinco mujeres de la izquierda plural han llegado en Valencia a un acuerdo de ir juntas a donde sea (un “aquelarre”, lo ha llamado Pablo Casado), y en cambio las derechas montaraces andan tirándose del moño en el mismísimo patio de Monipodio, que debería ser para ellas un lugar sagrado.

Será cosa de ir revisando las viejas certezas.

 

domingo, 14 de noviembre de 2021

DE LO BELLO IDEAL

 


Diana cazadora, Escuela de Fontainebleau. El rostro se pliega a las convenciones de la época, y el cuerpo es más majestuoso que perfecto. Se trata sin duda de una diosa de edad mediana, más aficionada al roce de las sábanas de seda  que a la caza del ciervo. Pero nadie negará que es idealmente bella.

 

Necesitamos lo humano como medida comparativa para apreciar toda la belleza comprendida en la naturaleza. Por ejemplo, nos parece incompleta la fotografía de un paisaje, o de una arquitectura, si no incluye figuras humanas que nos den la perspectiva de cómo veríamos aquello de estar ahí en persona. O bien, si curioseamos por el mundo animal, tendemos a considerar más bella una gacela que un cachalote porque la primera reúne más características de lo que consideramos bello en una figura humana: ojos grandes y expresivos, pelaje suave y de color matizado, patas finas, movimientos gráciles. Un tiburón o una víbora pueden parecernos bellos, aunque temibles, por su línea estilizada; mientras que un hipopótamo o un sapo, animales inocuos, difícilmente nos resultarán atractivos, y por lo general nos repugnarán. El efecto cómico del Sueño de una noche de verano de Shakespeare reside en un sortilegio que enamora a la reina de las hadas de un rústico que, también por enredo mágico, carga con una cabeza de burro.

La belleza se encuentra en la naturaleza en porciones, como algunos quesos industriales. Plasmar un ideal de belleza requiere salirse del carril de lo cotidiano e imaginar a los dioses y las diosas. Tenemos una gran experiencia en imaginar dioses, que se parecen a nosotros de una parte, pero de la otra poseen una plenitud que nosotros nunca alcanzaremos a tener.

Dos muestras para abonar lo que digo. Arriba, la Diana de autor desconocido en Fontainebleau, no resulta conforme a los criterios estéticos de ahora mismo, pero su porte majestuoso es innegable. Diríamos que tiene más de ideal que de bella. Abajo, el Poseidón de Atenas no anda tan sobrado de pectorales ni tiene la aparatosa tableta de chocolate ventral de los culturistas de ahora, pero su presencia sobrecoge como no lo haría la de ningún mortal.

Los mundos del ideal son otros, pero están en este.


 

Poseidón, o la quintaesencia de la belleza masculina imperecedera. Foto en el Museo Arqueológico de Atenas.

 

viernes, 12 de noviembre de 2021

SOCIEDAD DE ESFUERZOS LIMITADOS

 


El hombre sin cualidades de Musil, el ser-ahí de Heidegger, el ciudadano desempoderado de la posmodernidad. Remate de arco en Sant’ Ambrogio de Milán. Foto compartida del muro de FB Jordi Pedret Grenzner.

 

Ha habido una revolución muy intensa en los servicios dedicados a facilitar la vida a las personas. Hay que pagar por ellos, claro, esa es la gracia, aquí nada es gratis como pasaba antes, cuando estábamos en la sociedad del bienestar. Entonces el Estado benefactor proveía a todo, y la pejiguera que todos criticábamos eran las colas eternas delante de las ventanillas multiplicadas, provistos de un rimero de impresos rellenados y sellados por el cura párroco o por el concejal del barrio.

El sistema es distinto ahora. La publicidad insiste mucho en el punto principal:

«Usted no se habrá de preocupar de nada.»

«Usted tranquilo. Póngase en nuestras manos y olvídese de todo.»

«Un equipo de expertos trabaja 24 horas al día para usted.»

«Todo resuelto, sin que usted tenga que pensar.»

Sin que usted tenga que pensar… tenga que pensar… que pensar.

Se paga a gusto por tan inmensa tranquilidad. Se paga en dinero (gestores, asesorías, departamentos de marketing que te dibujan la cocina de tus sueños en tres dimensiones, etc.), y se paga también en voto político, un peligroso pago en especies. Se tiende a votar sobre todo lo simple, lo egoísta, lo cómodo. Somos una sociedad limitada sobre todo en esfuerzos, que prefiere alejar las preocupaciones a resolverlas.

Hay quien dice que las vacunas no sirven para nada, y es escuchado por muchas personas que consideran que no vacunarse es más fácil y rápido que hacer la cola y alargar el brazo. La más alta autoridad judicial del país ha sentenciado que no hubo motivo de alarma por la pandemia, manda huevos. Algunas personas tuitean aún que la erupción de La Palma ha sido un invento del gobierno para darnos la vara. No falta quien tiene la conciencia tranquila después de un pelotazo que arrastrará al desahucio a unos inquilinos de pocos recursos, porque su director espiritual ya le ha confesado y dado la absolución.

Dejarse mecer hasta ese punto por manos ajenas es placentero sin duda, pero tiene sus peligros. La ignorancia acentúa la dependencia de las personas; tener puesta la venda antes de la herida implica acrecentar los riesgos de recibir heridas inesperadas para las que los vendajes resultan inapropiados. Si no exigimos derechos que nos empoderen frente a las veleidades de las finanzas y de los mercados, acabaremos con las manos vacías, cornudos y apaleados. Seguro. Hay demasiados expertos rondando alrededor y observando nuestros puntos débiles mediante los cookies que genera nuestra navegación por las redes.  

El refranero, que recoge una sabiduría popular antigua pero en modo alguno desdeñable, está lleno de preceptos de alerta temprana que ahora mismo se escuchan como quien oye llover: “Para pescar truchas hay que mojarse el culo.” “A quien madruga, Dios le ayuda.” “Más vale un toma que dos te daré.”

Etcétera.

El secretario de CEPES, la Confederación Española para la Economía Social, lo ha expresado con una imagen ajedrecística: “Si no te mueves de tu casilla, te dan mate en dos jugadas.” La recomendación de Bertolt Brecht era más directa y al mismo tiempo más general: “Lo que no sabes por ti mismo, no lo sabes.”

A la antigua afición al bricolaje, le ha sucedido la tentación de pedir que te traiga la cena a casa un repartidor en bicicleta. Puestos a ver vicio en las dos posturas, era más sano el de antes.

Lo más nefasto de todo puede ser la tendencia a dejarse ir en cuestiones políticas, y confiar en quienes te prometen paraísos donde todo será espléndido sin necesidad de que tú intervengas, porque para eso hay ya equipos de expertos que cuidan de todo. “Tú decides”, te dicen. Pero solo decides quién decide por ti.

Al final, si no intervienes tú misma/mo activamente en el proceso, es seguro que las cosas no sucederán como te lo habían garantizado (nunca, lo que se dice nunca, han coincidido las previsiones con los resultados). Pero para entonces tú ya no podrás hacer nada para evitarlo. Perderás la inversión que hiciste por pura comodidad, por pereza, y te llegará la ruina en cómodos plazos.